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Entrenamiento

Bases del entrenamiento: La carga y sus secretos

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¿Qué es una carga de entrenamiento? Los tipos de carga, los elementos que la componen, sus características. La importancia clave del volumen y la intensidad como factor de equilibrio y garantía de mejora de la condición física. La progresividad en el aumento de la carga. Los umbrales a superar.

Por Elisa Lapenta*

Con mucha frecuencia escuchamos a los entrenadores hablar de cargas de entrenamiento, semana de carga, semana de descarga, puesta a punto o período de sumatoria de volumen. Éstas y otras frases son mencionadas a diario con total naturalidad en el ambiente deportivo.
Ahora bien, no todos los deportistas tienen bien en claro que significa “cargar” en los entrenamientos… Si bien todos tenemos una idea general al respecto, el presente artículo tiene como objetivo aclarar estos conceptos y describir las características que definen una carga.

Tipos de carga
Entendemos por carga de entrenamiento al conjunto de estímulos, en forma de ejercicios físicos, que se emplean para mejorar la condición física y que están determinados por el volumen, la intensidad, la duración, la densidad y la recuperación. Además hace referencia a la medida del trabajo realizado con el entrenamiento, representando una medida cuantitativa y cualitativa de ese trabajo (Padial, 2003).
Podemos diferenciar en primera instancia dos tipos de cargas:
Carga externa, que es aquella que podemos observar directamente. Se trata de indicadores del trabajo realizado que señalan la cantidad y la calidad del entrenamiento mediante una serie de parámetros específicos: distancia, peso, tiempo, etcétera. Por ejemplo: rodar 40 km por terreno variado a 90 ppm, atacando las subidas parado en los pedales.
Carga interna, el efecto metabólico que produce la carga externa sobre el organismo: frecuencia cardíaca, frecuencia cardíaca de reserva, capilarización, frecuencia respiratoria, etcétera.
Es decir que la carga es tanto el entrenamiento indicado como la respuesta adaptatoria que dicho entrenamiento ejerce en nuestro organismo, conduciendo así a la mejora general del estado de forma.

Elementos de la carga
Naturaleza o grado de especialización. Se refiere a la similitud o analogía que tiene el ejercicio planteado por el entrenador con el ejercicio de competición, en base a los sistemas funcionales que vamos a utilizar. Puede ser específica (cuando el ejercicio es similar o muy parecido al de competición; por ejemplo, si a un ciclista rutero en período de base lo mandamos a hacer mountain bike) o inespecífica (cuando el ejercicio no se parece al de competición; por ejemplo, a ese ciclista mandarlo a trotar o a nadar).
Orientación de la carga. Se trata de la tendencia que posee un ejercicio hacia una o varias cualidades físicas. Puede ser selectiva (cuando el ejercicio incide sobre una cualidad física) o compleja (cuando incide sobre varias capacidades físicas básicas: fuerza, flexibilidad, resistencia o velocidad). Esto se conoce como estímulos de orientación general o de orientación selectiva.
Complejidad de la carga. Consiste en el grado de dificultad que posee un ejercicio en función de la coordinación necesaria para poder desarrollarlo. Puede ser simple (cuando la afectación del ejercicio en el organismo no produce una elevada afectación a nivel coordinativo) o compleja (cuando el ejercicio realizado afecta de forma superior al organismo, siendo muy complicado a nivel coordinativo). Un ejemplo claro de carga compleja y especifica es mandar a un mountain biker a hacer técnica en senderos de altísima complejidad.
Magnitud de la carga. Determina el nivel de solicitación que ha supuesto el ejercicio físico para el organismo. Es decir cómo impacta la carga en el organismo del deportista.Y es necesario aclarar que una misma carga de entrenamiento pude impactar de manera muy diferente en los distintos deportistas (Verchoshanskij, 1999).

Características de la carga
Como dijimos al comienzo, toda carga presenta cinco caracteristicas definidas, a saber: volumen, intensidad, densidad, duración y recuperación.
La densidad representa la relación temporal entre trabajo y descanso. Una adecuada densidad asegura una eficacia óptima en la aplicación de las cargas y previene la adquisición de estados de sobreentrenamiento. Un ejemplo comparativo de densidad sería: Realizar 15 repeticiones de 1’30” intensos por 1’30” de recuperación (acá la densidad es 1:1, es decir que el estímulo dura lo mismo que la recuperación) comparado con realizar 15 repeticiones de 1’30” intensos pero con solo 30” de recuperación (aca la densidad es 3:1, es decir el estimulo dura tres veces lo que dura la recuperación). En este ejemplo comparativo, a misma intensidad de pasada, el segundo estímulo seria más denso.
 La duración: se refiere al tiempo total (trabajo más pausa) que dura la actividad. La duración determina el sistema energético que será solicitado e interviene de forma selectiva en el desarrollo de las capacidades físicas básicas. Depende básicamente del contenido de trabajo a realizar y del objetivo previsto. Se cuantifica por unidades de tiempo (horas/minutos/segundos). Cada estímulo tiene una duración óptima fuera de la cual no se desarrollan los efectos perseguidos. También tiene influencia el número de repeticiones: a mayor número de repeticiones mayor solicitación del organismo y, según la naturaleza del ejercicio, un menor número de repeticiones centrará sus efectos en velocidad y un mayor número de repeticiones los centrará en la resistencia.
La recuperación es la cantidad de tiempo de descanso que tiene la carga en general. En trabajos continuos (ya sean éstos estables o variados) no hay recuperación pasiva pero sí puede haberla activa. En los trabajos fraccionados, la recuperación es la cantidad de tiempo de pausas, o bien, en una visión más general, también indica el tiempo de recuperación entre una sesión y otra, entre una semana y otra, entre un mesociclo y otro… Como siempre digo, en las ciencias del entrenamiento “como es lo micro es lo macro”.
Y las dos últimas características, que son, a mi criterio, las de mayor peso especifico en la carga general de entrenamiento: el volumen y la intensidad.
El volumen es la parte cuantitativa del entrenamiento, que no provoca adaptaciones específicas sino más bien generales. Está demostrado que alguien que se somete a elevados volúmenes de entrenamiento con poca intensidad, mejora notablemente, pero sólo hasta cierto punto, punto en el que se estanca, para luego retroceder en su estado de forma.
Y la intensidad. Si el volumen era el factor cuantitativo del entrenamiento, la intensidad sería el factor cualitativo del mismo. Nosotros mediremos la intensidad del entrenamiento utilizando los porcentajes de la frecuencia cardíaca máxima, y umbrales de lactato o vatios, en caso de utilizar medidores de potencia. Un entrenamiento planificado a intensidades muy altas no nos garantiza los mejores resultados, del mismo modo que no estaba garantizado ese éxito a base de hacer kilómetros y kilómetros.

Un delicado equilibrio
La combinación adecuada de ambos factores (volumen e intensidad) será la que nos lleve a la obtención del máximo estado de forma. Muchas veces confundimos la calidad de entrenamiento con la cantidad de kilómetros a realizar. Si sumamos muchos kilómetros parece que estamos entrenando. Y el entrenamiento no se basa sólo en sumar kilómetros. Al respecto, suelo decirle con frecuencia a mis alumnos que “una cosa es salir a pedalear y otra muy distinta es salir a entrenar”.
Por lo general, los fondistas tienen especial inclinación a salir a hacer kilómetros y kilómetros, cuando muchas veces no se dan cuenta que hay un tiempo para sumarlos y otro para restarlos (período de “carga” o volumen y período de descarga).
El principal problema reside en que cuando tienen que ir despacio no van lo suficientemente despacio y cuando tienen que ir fuerte o a alta intensidad no van lo suficientemente deprisa. Éste es una especie de entrenamiento sin fundamento, en el que tarde o temprano caemos en un período de amesetamiento, del cual es difícil salir, dado que el organismo ha arraigado bien en lo profundo un “ritmo” de entrenamiento al cual luego se “niega” a bandonar.
Este es el clásico ejemplo de ciclistas con sobrepeso que, por ejemplo, salen 3 ó 4 veces por semana entre 2 a 3 horas pero a tan baja intensidad que jamás llegan a estimular de manera óptima los procesos de “movilización, transporte y oxidación” de grasa . Y luego se dicen: “¿No sé por qué no bajo de peso si pedaleo 240 kilometros semanales”. Y es que precisamente no existe la adecuada relación volumen/intensidad para producir el efecto deseado de utilizar los AGL (Ácidos Grasos Libres) como combustible principal para la generación de contracciones musculares.
El mero hecho de planificar el entrenamiento ya nos estará imponiendo una disciplina en la que va a haber períodos de protagonismo del volumen en unos momentos y en otros de la intensidad.
En el periodo de acondicionamiento general (pretemporada), el protagonista será el volumen de entrenamiento, la sumatoria de kilómetros. Por el contrario, en el preparatorio específico y precompetitivo la intensidad será la que manda y entrarán en acción todas las cualidades físicas.
Si en la pretemporada lo que mas importa es hacer un elevado número de horas, para provocar unas adaptaciones fisiológicas determinadas (ejemplo: desarrollo del sistema cardiovascular), una intensidad inadecuada tirará por la borda las adaptaciones buscadas, causando además un agotamiento innecesario, que impedirá alcanzar el volumen de entrenamiento programado.
Por el contrario, en el preparatorio específico, cuando debemos aplicar unas determinadas intensidades muy elevadas, deberemos compensar con una reducción de volumen para permitir que el deportista pueda descansar lo necesario para lograr las intensidades planificadas en las siguientes sesiones de entrenamiento.
En suma, hay que combinar ambos factores, volumen e intensidad, de modo tal que no interfieran el uno en el otro. Aunque esto sería hablando genéricamente, en espacios que abarcan varias semanas o microciclos. Pero dentro de una semana, independientemente del momento de la temporada en que nos encontremos, también deberán llevar una relación ambas cargas de trabajo (volumen e intensidad). Siempre hay que estar combinando los dos factores.

La progresividad en el incremento de la carga
La aplicación de volúmenes e intensidades determinados dependerá del momento de la temporada en que nos encontremos así como también del tipo de semana o microciclo.
Y una de las tareas más difíciles para los entrenadores al momento de sentarnos a planificar es evitar la monotonía en las sesiones (si bien -por el principio de repetición-hay sesiones tipo de intervención recurrente). Debemos ir combinando de manera óptima estas dos variables.
Pero en términos generales existen criterios unificados para el incremento de las mismas. La forma práctica con la que podemos “jugar” con la dinámica de entrenamiento en el incremento del volumen y la intensidad sería la siguiente.

Para aumentar el volumen:
Aumentar el kilometraje o el tiempo de entrenamiento.
Hacer más repeticiones y series cuando el entrenamiento sea fraccionado.
Hacer más repeticiones y series en entrenamiento en los entrenamientos de fuerza.

Para aumentar la intensidad:
Aumentar la velocidad del rodaje si se trata de entrenamiento continuo.
Aumentar la velocidad de las series o disminuir la recuperación si es entrenamiento fraccionado.
Aumentar la carga en kilogramos o la velocidad de ejecución cuando entrenamos en el gimnasio.
Debemos intentar permanentemente una combinación adecuada de los estímulos del entrenamiento para la mejora de nuestras capacidades. En función del momento de la temporada en que nos encontremos, la carga de entrenamiento (volumen e intensidad), varía de forma ondulatoria a través del tiempo.

Superando umbrales
Ahora bien, y a modo de conclusión, debemos frecuentar “umbrales” permanentemente para no estancarnos en la mejora, ya que si, por ejemplo, un deportista ha logrado cumplimentar un volumen total semanal de 500 kilometros en la pretemporada anterior, si en la siguiente le planteamos como pico de volumen una semana de 400 km, este estímulo no modificará su rendimiento, ya que el organismo no lo tomará como “amenaza” y no activará adaptaciones necesarias para ello.
En el caso de la intensidad, si a un ciclista que puede pedalear en una crono de 20 km a un promedio de 40 km/h le planteamos un trabajo fraccionado de, por ejemplo, 10 pasadas de 2 km a 36 km/h de promedio, dicha carga tampoco le producirá las adaptaciones que buscamos, ya que no estamos tan siquiera tocando su bajo umbral de rendimiento.
Como bien cita Zwieriew: “El aumento de la carga tiene sólo lugar cuando la magnitud de trabajo aumenta en mayor grado que el estado de entrenamiento del deportista.”
Queda en claro entonces que entrenar es ni más ni menos que “producir adaptaciones” morfo-funcionales que modifiquen los altos umbrales de tolerancia a la carga y que redunden indefectiblemente en una mejora del estado de forma general del deportista.
Es por ello que el adecuado manejo de la carga general de entrenamiento con todas sus variables es la tarea más delicada y precisa que debemos manejar los entrenadores para conducir al deportista a la consecución de sus objetivos.

*Elisa Lapenta (45) es entrenadora de afamados deportistas de alto rendimiento.
(0351)15-6225243, elisalapentah3o@hotmail.com, h3osports.com.ar, C h3o Sports.

Nota publicada en revista Biciclub Nº 244, abril 2015.

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Una programa de nutrición para ganar masa muscular que aporta estabilidad y potencia al ciclista

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Más allá de buscar tener un cuerpo definido, ganar (o preservar) masa muscular es esencial para el rendimiento deportivo. Entre otros beneficios, tener masa muscular favorece la estabilidad, aporta fuerza, potencia y previene lesiones.
Este proceso es conocido como hipertrofia y tiene que ver con el crecimiento muscular de forma progresiva.
Para alcanzar este objetivo, además del entrenamiento específico de fuerza, la alimentación juega un rol clave.
Ésta debe ser a base de un superávit calórico, donde se consuman más calorías de las que se gastan.
Pero en este camino también se debe aumentar la ingesta de proteínas diarias, un macronutriente que colabora en la formación de los tejidos de los músculos, siendo los huevos, el pescado de aguas profundas como el salmón, el atún, la trucha y, las carnes magras las mejores fuentes de este nutriente, debido a su calidad y a que también aportan calcio, vitamina D y B12, fibra y Omega-3, nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del cerebro, del metabolismo y para fortalecer el aparato músculo-esquelético.
Pero para un correcto aumento de la masa muscular, la ingesta de proteínas debe complementarse con el consumo de otras fuentes de alimentos. En especial los carbohidratos, porque aportan energía y grasas saludables.
Entre las grasas saludables recomendadas se encuentran la palta, los frutos secos, aceitunas y aceite de oliva. Lo ideal sería incluir al menos una porción de alguno de ellos en cada comida del día. Así estaremos aumentando nuestra ingesta calórica y además nos aportarán un efecto antiinflamatorio protector contra lesiones y que favorece los procesos de recuperación ante los entrenamientos. Dentro del grupo de los carbohidratos complejos se sugiere la ingesta de legumbres o cereales integrales. En relación a la porción de estos, deberían ocupar entre un cuarto y un tercio del plato.
Por otro lado, debemos cuidar la incorporación de minerales tales como el potasio y el magnesio, cuyo rol es colaborar en la recuperación de los músculos y evitar los cuadros de calambres. Los principales alimentos donde se encuentran ambos nutrientes son la palta, banana, dátiles, las verduras de hojas verdes como el kale y la espinaca.
En cuanto a los suplementos nutricionales, si bien estos no son esenciales, muchos aportan practicidad para cubrir las necesidades aumentadas que hemos mencionado.
En este sentido, los batidos de proteína de suero de leche o Whey protein nos permiten sumar una buena cuota de proteínas de alto valor biológico (tienen entre 20 y 25g/porción) en momentos del día en que estamos fuera de casa o que contamos con poco tiempo para hacer una ingesta más completa.
De igual modo, los suplementos de citrato de magnesio van a garantizar que cubramos los requerimientos de este nutriente, que además, en una dosis más alta, va a aportarnos un efecto de relajación psíquico y muscular.
Una mención aparte merece la creatina. El monohidrato de creatina es hoy uno de los suplementos más estudiados, clasificado cómo Clase A (seguro y efectivo) y que ha demostrado favorecer, en el marco de un plan de entrenamiento adecuado y teniendo cubiertos los requerimientos nutricionales, la recuperación y el crecimiento muscular.

Texto: Juan Pablo Bruno, licenciado en nutrición (MN 7292, MP 2818), nutricionista deportivo.
Atención online y presencial: whatsapp 2954-645889 | Instagram @juanbrunonutricionista
Foto: Imagen de vecstock en Freepik

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Diversión garantizada en bicicleta: cómo se hace y para qué sirve un pump track

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A menos que ya seas usuario de uno, seguramente te preguntaras qué es un pump track. Básicamente explicado, es un sendero o pista cerrada con un sentido de giro (no establecido) en el que se pueden dar tantas vueltas en bicicleta como tu cuerpo lo permita, al ritmo y velocidad que tu técnica lo permita. En ellos podés, si tenés técnica, andar en una bicicleta sin cadena y sin frenos, alcanzando velocidades tan altas como 30 km/h. Sin cadena parecería un milagro, pero no lo es. Es pura técnica y un trabajo aeróbico súper divertido tanto para niños como para adultos.

LOS PRINCIPIOS A TENER EN CUENTA
En términos generales estas instalaciones se hacen en espacios reducidos, tan reducidos como un patio mediano o una cancha de tenis. Los más grandes como una cancha de futbol 5 o 7.
Si bien hay muchos videos de cómo hacer un pump track y es algo que parece bastante fácil, en realidad hacerlo bien no es tan simple como parece. Es decir; si querés hacer un pump track para divertirte con tus amigos o para tus hijos es algo que podes improvisar: bastan una pala y una carretilla. Pero si queres hacer algo más serio, una instalación en un espacio público, un espacio deportivo, una plaza o club, tenés que pensar en algo más profesional en cuanto a diseño y prestaciones. Hacer un pump track es una suma de ecuaciones matemáticas que están mucho más lejos de lo que el ojo puede calcular.
Pero dejando de lado la ciencia, detrás de un pump track podemos decir que sin duda alguna este tipo de instalaciones deben ser tenidas en cuenta tanto por los usuarios como por las entidades gubernamentales, ya que dan fácil acceso a una práctica deportiva, son seguros, aumentan la destreza de los usuarios y son generadores de cambio social, ya que en esos espacios, no existe por ejemplo, la discriminación; todas las bicis y clases sociales son bienvenidas. Y por supuesto, colaboran a reducir el número de accidentes viales con ciclistas, ya que estos aumentan considerablemente su destreza en la conducción.

 

LOS DIVERSOS MODELOS DE PUMP TRACKS
Actualmente existen cuatro tipo de pump tracks: los de tierra, los de suelo natural, los modulares y los de asfalto. Vamos a hablar brevemente de cada uno.

Tierra

Estos son los que básicamente haces y construís entre amigos en el fondo de una casa o en un terreno disponible. Como dijimos al principio, necesitaremos solo palas, carretillas, voluntad… y agua. En términos generales se hacen cavando y sacando tierra del propio lugar o incorporando tierra externa de alguna obra cercana. Dependiendo del tamaño y voluntad, se pueden hacer en un fin de semana. Pero requieren riego y el mantenimiento suele ser un dolor de cabeza que genera prácticamente el mismo esfuerzo que el que se aplicó en construirlo. De hecho es común que cada vez que vamos a usarlos nos demanden algunos toques con pala y rastrillo, y dada las características del material suelen consumir mucha agua en riego.
Un quick tip: si tenes árboles, hacelo debajo de ellos, porque la sombra te ahorra mucho mantenimiento y mucha agua.

Suelo natural 

Se ven como de tierra, huelen a tierra, se sienten como tierra… pero es algo mucho más complejo, es un suelo compuesto. Nuestra asociación, International Mountain Biking Association (IMBA) es especialista en este tipo de instalaciones. Se trata de utilizar un porcentaje de suelo local mezclado con ciertos porcentajes de arena, piedra y otros áridos. Esto básicamente genera un pump:
– amigable con el medio ambiente,
– sostenible,
– que requiere poco mantenimiento,
– que necesita riego pero mínimo,
– que no se erosiona con el uso,
– que se puede usar en condiciones de humedad aceptables y
– que no hace barro.
Si el suelo está tan bien preparado que se pueden realmente esculpir las formas que busques, estos suelen ser claramente más grandes y son ideales para espacios públicos, ya que cuentan con un diseño integral y profesional. Pero al mismo tiempo son ideales para parques públicos, ya que no son invasivos con el entorno natural. Por otro lado si fuera necesario modificarlos o ampliarlos, es totalmente posible y accesible hacerlo.

Premoldeados

Estos se tratan de piezas que tienen determinado diseño, están premoldeadas en hormigón y son particularmente atractivos para las instituciones estatales, ya que literalmente en cuatro horas podés tener un pump armado. No requiere altos costos de ingeniería o diseño, se adaptan a cualquier espacio plano, el mantenimiento es extremadamente bajo (cortar el pasto alrededor) y no requieren riego.
Por otro lado, también abren el espacio a un mayor abanico de usuarios, al poder ser utilizados por skaters, rollers, etcétera. La contra es que al ser piezas modulares, los diseños son limitados. Y se pierde el mayor atractivo de este tipo de instalaciones, y es que cada diseño sea distinto.
Por supuesto, en el mismo tamaño tienen un costo mayor que el de suelo, pero el costo a largo plazo es menor porque no requiere mantenimiento y lo pueden utilizar diferentes clases de usuarios, aunque no se integran muy bien al paisaje natural. Es algo así como colocar una vereda de hormigón en un parque…
Su ventaja radica en que se puede desmontar con la misma velocidad con la que se armó. Por otro lado, si se desea ampliar solo hay que sumar más módulos.

Asfalto

Al igual que el anterior, estos son bastante atractivos para las instituciones estatales porque abarcan varias clases de usuarios. El problema es que su costo es alto, ya que, para empezar, hay que realizar un pump de suelo previamente, para luego cubrirlo con asfalto. El mantenimiento es bajo pero sí requieren riego para mantener el pasto crecido en los espacios intermedios, ya que el asfalto, al no absorber agua, tiende a hacer acumular agua en la parte interna de las curvas, lo que genera que el suelo se sature de agua y el pump comience a hundirse generando fracturas y daño en el mismo.
Si bien son una solución atractiva, los municipios tienen que pensar muy bien a la hora de optar por esta opción, ya que no es la mejor a nivel ambiental. Tirar en un parque más de 1000 metros cúbicos de asfalto y generar en ese espacio verde el impacto visual de una autopista no suena realmente como la mejor opción.
Por otro lado ocurre lo mismo que con los pump modulares. Terminan siendo formas muy similares entre sí y si fuera necesario ampliarlos a futuro, resultará muy costoso hacerlo; incluso en algunos casos eso implica rehacerlo por completo. Es por este motivo que estos pump track desde el inicio suelen ser estructuras considerablemente más grandes.

QUÉ MODELO ELEGIR
Ahora bien: ¿Cuál elegir entre todas estas opciones? Qué dilema. El concejo más simple es el siguiente: si el grupo de amigos se ve sumido en un ataque repentino de ansiedad después de leer esta nota y se lanza a buscar videos en youtube, la respuesta es simple: aprovechá esa ansiedad antes de que se pase, agarrá la pala y en el fondo de tu casa, en un baldío (mejor pump que basural…) o en la plaza (si te dan permiso), a cavar y construir uno. No te va a salir bien, eso es seguro, pero con la práctica vas a mejorar y si tenés dudas consúltanos que te vamos a pasar info o buscá en la web, que hay mucha pero mucha info.
Pero si podés superar el ataque de ansiedad y querés hacer algo más profesional y no sabés qué hacer, nuestro consejo es que lo hagas de suelo. Las otras dos opciones son atractivas, no lo podemos negar, pero hacerlo de suelo tiene sus ventajas. Primero, es amigable con el medio ambiente, nadie se va a quejar de que se esté construyendo algo de tierra en un espacio público, pero si tirás asfalto en una plaza… puede no verse del todo bien.
Por otro lado, estamos hablando de bicicletas de montaña y BMX, no de bicicletas de ruta, y la idea primordial es acercar a los usuarios a un entorno natural, generando un encuentro amigable con la naturaleza.
O sea, vivís en una ciudad rodeado de asfalto y vas a seguir andando en asfalto en la plaza, por favor… Plus: el mantenimiento puede ser organizado periódicamente con los usuarios, lo que genera un lugar de educación ambiental y se les enseña a los niños a cuidar las instalaciones.
Si no, muy bonito, viene el gobierno y me pone una plaza y se rompe o la rompo y el gobierno la arregla, mientras que con este tipo de instalaciones el mensaje es distinto, el gobierno te dio esto pero es tu responsabilidad cuidarlo.
Otra ventaja es que en esta opción el nivel de accidentes es mínimo. En un pump de asfalto, al poder alcanzar altas velocidades y generar saltos, el nivel de accidentes suele ser más alto. Por otro lado el costo es casi la mitad, con lo cual en vez de uno se pueden hacer dos, con diseños distintos en distintas partes de la ciudad, generando flujo de usuarios de un lado al otro, fomentando el turismo barrial y un atractivo turístico genuino.
La realidad es que sin importar qué opción se tome. los pump podrían ser los mejores amigos del gobierno y de los ciudadanos, ya que generan un cambio social real, cambiando también la opinión que tiene el público de los funcionarios. A la vez generan ingresos en las zonas aledañas, ya que los ciclistas somos grandes consumidores gastronómicos, a fin de cuentas nuestro combustible.
Finalmente, la verdadera pregunta no es cuál es el mejor, la verdadera pregunta es cómo puede ser posible que todavía no haya uno en cada plaza.
Para más información no dudes en contactarnos. Desde IMBA podes asesorarte en cómo hacer un pump y hasta en cómo conseguir el permiso de tu gobierno local.
 Pump de tierra: info@vos_y_tus_amigos
Pump de suelo: info@imba.com.ar
Pump premoldeado: presasuh@hotmail.com
Pump de asfalto: info@velosolutions.com

 

Por Alejandro Minuzzi: presidente de IMBA Argentina y director de IMBA Latinoamérica.

http://www.imba.com.ar/ | https://www.instagram.com/imba_argentina/?hl=es-la | https://www.facebook.com/search/top?q=imba%20argentina

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MTB: La fuerza y la técnica, compañeras inseparables

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Alejandro Palma, uno de los Coach UCI más destacados del mountain bike americano, nos habla del desarrollo de la fuerza y su estrecha relación con las capacidades técnicas en el mountain bike. (más…)

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El costado psicológico y emocional de las lesiones en el ciclismo

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La medicina moderna le está dando cada vez más valor al estado anímico en los procesos de recuperación de lesiones deportivas. El espíritu positivo termina siendo, en la mayoría de los casos, decisivo, por lo que descuidar la cabeza en estos trances puede ser determinante para achicar o alargar los tiempos de convalecencia o rehabilitación. Del mismo modo, estar en tu eje personal es vital también para prevenir las lesiones y el ciclismo no queda ajeno a esta realidad.
El estado mental-emocional puede ser determinante, tanto en el proceso que lleva a la lesión deportiva como en los tiempos de recuperación del atleta.
Contrariamente a lo que suelen pensar algunos ciclistas, lesionarse o no hacerlo no es una mera cuestión de suerte sino que depende de factores físicos, psicológicos, emocionales y situacionales relacionados con el ciclismo. De allí la importancia de educar sobre el valor de los cuidados preventivos.

Por qué nos lesionamos
Una de las razones más frecuentes de las lesiones, aunque parezca mentira, es por no tener conciencia del estado de nuestro cuerpo. El ciclista suele trabajar en modo autómata o, como decimos los coachs deportivos, en transparencia, respondiendo a instrucciones desde chico, sin preguntarse el por qué y para qué hace lo que hace, sin poner el foco en aprender a aprender (y en algunos casos a desaprender o reaprender determinadas técnicas y, mucho menos, autoconocerse). Cuando se siente bien entrena y cuando no se siente tan bien o tiene algunas molestias ¡también entrena! Todo sea por aquella creencia de que “siempre hay que dar el 101 por ciento”.
El cuerpo es una unidad. Si hay una molestia importante en un miembro, tarde o temprano, el trabajo que realiza el ciclista por proteger el miembro afectado (consciente o inconscientemente) repercutirá en el otro o en otra parte del cuerpo que esté haciendo el balance o la compensación.
Del mismo modo,  un estado anímico de estrés/angustia que provoque tensión en la zona cervical, por citar un ejemplo, a la corta o a la larga traerá consecuencias sobre aquellas partes del cuerpo que, por una cuestión postural, estén haciendo un sobre esfuerzo, generando un desgaste o tensión extra que podría llevar a una lesión.
Otra de las causas recurrentes en las lesiones, especialmente las musculares, es el ocultamiento de síntomas de parte del ciclista, que suele retacearle información al  entrenador respecto a su estado real, exponiéndose a entrenar normalmente en condiciones no ideales (por ejemplo con alguna molestia, dolores, mal descansado o mal alimentado).

Estrategias preventivas
De allí que sea decisivo para potenciar los factores preventivos, establecer una relación de confianza con el médico deportólogo o kinesiólogo del equipo y, por qué no, con el preparador físico, ya que esto contribuye directamente a incrementar la seguridad y con ella un mejor estado anímico, que potencia la disciplina en el proceso de recuperación.
En esos momentos es muy importante que el ciclista continúe entrenando con la asistencia de un coach deportivo, por ejemplo, en técnicas como la visualización, lo que le permitirá seguir en contacto con su disciplina deportiva y con más seguridad a nivel mental para afrontar el retorno.
Al igual que lo que sucede en sectores corporativos o empresariales, el buen clima de trabajo juega también un papel vital en esta historia. Un entrenador exigente por encima de los límites aconsejables puede provocar tensión grupal y con ella individual, incrementando las tensiones anímicas y musculares, que luego darán lugar a contracturas, molestias y a la larga hasta lesiones musculares.
Es así que, a la hora de planificar el entrenamiento de ciclismo, es importante apuntarse algunos tips o estrategias que pueden contribuir a la prevención, tales como:

 Mejorar la formación específica del ciclista, informando sobre la importancia que tienen la preparación física, los hábitos de vida saludables y el conocimiento de los factores de riesgo en la prevención de las lesiones deportivas.

Trabajar sobre el autoconocimiento suele ser determinante en este punto. Conocerse para saber reconocer hasta dónde exigirse, cuáles son sus niveles y umbrales de dolor soportables, etcétera. Aprender sobre el propio cuerpo da seguridad al ciclista.

Entrenar los recursos mentales del atleta: proporcionando estrategias que permitan reducir la probabilidad de lesionarse (técnicas de relajación, visualización, control de la atención, reestructuración cognitiva, etcétera).

Planificar el entrenamiento y la competición con objetivos realistas, personalizando el entrenamiento según el nivel de destreza del ciclista  y los objetivos individuales establecidos,

Mejorar los recursos técnicos del deportista, escogiendo adecuadamente los ejercicios destinados a la mejora de la ejecución. Cuanto más preparado física y mentalmente esté el ciclista para realizar un determinado movimiento, ejercicio o gesto técnico, menos probabilidades tendrá de sufrir una lesión.

Es importante aceptar que la lesión forma parte de la práctica deportiva en todos sus ámbitos. Naturalizar la lesión contribuye a bajar los niveles de angustia que trae consigo y potencia la capacidad de encarar el proceso de rehabilitación con la cabeza despejada y el espíritu positivo, consiguiendo de esta manera mayores posibilidades de éxito.

 

Por Andrea Romano*

*Coach y trainer, con la siguiente formación: Profesora de Educación Física (IPEF), Entrenadora Personal (UNC), Diplomada en Gestión Gerencial (Blas Pascal), Coach Deportiva (Unisport/Barcelona), Coach Ontológico Profesional certificada internacionalmente (ICF) y Coach Organizacional y Ejecutiva certificada (Unisport/Barcelona): andreamromano@live.com

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