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Niños

Chicos al aire libre: Del pata-pata a la sillita

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Por Gustavo González*

Nadie viene al mundo con un manual para ser padre. Mi hija Julieta tiene cinco años y hace casi tres que anda en bicicleta. Sin pretender dar una receta ni una “biblia” sobre el tema, el propósito de este texto es relatar algunas experiencias sobre cómo introduje a Julieta en el mundo de la bici.

La primera vez
Siempre tratamos de inculcarle a nuestra hija el amor por la vida al aire libre y el uso de espacios públicos. Para hacerlo es fundamental pensar en la calle como la extensión de la propia casa y no como un lugar peligroso.
Recuerdo que los primeros paseos por la localidad de Haedo, en el Oeste del conurbano bonaerense, fueron en cochecito, a pesar de que nunca fui muy partidario de este método, porque creo que forma “bebes vagos”, es decir, acostumbrados a que los lleven. Después, Julieta comenzó a caminar agarrada de una mesita. Pasar al “pata-pata” fue sólo cuestión de días. No sólo lo usaba en casa, sino que lo sacaba a la vereda…, ella podía ir sentada o abrirse, podía caminar erguida, agarrándose del mismo. La primera vez la llevé cerca de cinco cuadras. Fuimos a comprar unas tortas artesanales. Y no es que la haya obligado: empezamos a caminar y a cada rato le preguntaba: “Juli, ¿no estás cansada?” Ella decía que no y seguía. Por supuesto que después tuvo que venir su mamá con el “auxilio” del cochecito para el regreso a casa.
Por otro lado, una vez al día sacábamos a pasear a nuestra perra Pepa, y Julieta se acostumbró a acompañarnos, ya sea empujando su pata-pata o andando en él. De allí pasamos al “autito pata-pata”, un muy buen regalo de su madrina. En este autito Julieta podía ir sentada, impulsarse con sus pies o empujarlo desde atrás mediante una manija. Con este sistema logró desplazarse más rápido y llegar más lejos.
Por suerte apareció Lucas, un vecinito de la misma edad de mi hija, que daba vueltas por el barrio con su abuelo. Congeniaron enseguida y los cuatro salíamos a caminar, a dar la vuelta a la manzana o a ver a los trenes que paraban en la estación Haedo.
Una sugerencia: cuando tengamos que salir a algún lado, a visitar a algún pariente, a una exposición, a una plaza, o donde sea, y tengamos que usar nuestro vehículo particular para trasladarnos, podemos incluir en el viaje el pata-pata. Y más adelante, a la bici, pero no así el cochecito. ¿Por qué? Seguramente, con la cantidad de vehículos que habrá en la calle, no podremos estacionar en la puerta de nuestro destino y debamos dejarlo a un par de cuadras de allí. Si no llevamos estos accesorios, nuestro hijo nos pedirá que lo carguemos en brazos o en el cochecito. En cambio, si llevamos el pata-pata es muy probable que quiera usarlo y trasladarse con él.
Atención: los autitos pata-pata vienen con una manija o palo largo que sirve para que un adulto los impulse mientras el niño levanta los pies. Ni se les ocurra hacer eso: acostumbrarán al nene a no moverse por sí solo.

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A tener en cuenta
Antes de su debut en la sillita, Julieta asistió a algunas salidas en bici: en un tambo caprino en Uribelarrea, en el Parque Nacional El Palmar, durante dos días, en la Chacra La Fernanda de Navarro y varias veces en una quinta de Luján. Por supuesto que no pedaleó, sino que sólo estuvo en el lugar. Pero creo que todo eso le sirvió para familiarizarse con el mundo natural y el de los ciclistas. También realizó una salida a un recreo en el Delta en donde descubrimos que no le gustaba el agua: todo el paseo en lancha se la pasó agarrada a su mamá, con los ojos cerrados.
Yo tenía una sillita para bici que había comprado muchos años atrás. Me la había pedido un cliente que quería llevar a su hijo a una salida y que jamás había llegado. Un día se la instalé a mi vieja bici KHS y, con un año y dos meses, la senté a Julieta. De noche, salimos a dar la vuelta a la manzana. Ante mi sorpresa, descubrí que le gustaba y que quería más. Terminamos haciendo como tres o cuatro vueltas.
Más adelante utilicé la bici como medio de transporte con la excusa de llevarla a una plaza o a tomar un helado. Como sabía que a ella le gustaban las plazas, creo que se aguantaba la bici porque entendía que después venía lo mejor, pero a veces se dormía antes de llegar.
De estas experiencias, saqué en claro algunas cuestiones a tener en cuenta en las primeras salidas con niños en la sillita:
– En la medida de nuestras posibilidades, intentar que los niños usen casco (y nosotros también, dado que somos su ejemplo). Una caída con la bici a ellos les significa un golpe seguro de la cabeza desde un metro y medio de altura.
– En lo posible, que la sillita tenga cinturón, para evitar una caída imprevista.
– Hay sillas que vienen con protección para la nuca, pero noto que chocan con el casco en cada movimiento brusco. Opté por sacarle la nuquera, ya que resultaba incómodo y no he tenido mayores problemas.
– Hay sillas para todos los presupuestos. Para trayectos cortos, las más sencillas y económicas andan muy bien. Las sillas acolchadas, ergonómicas y caras son muy cómodas pero de tan cómodas los niños muy pequeños se duermen enseguida en ellas.
– Practicar desplazarse con peso encima del portaequipaje o de la sillita antes de ex-perimentar con nuestros hijos sobre ella.
– Las primeras veces, tratar de desplazarnos por la vereda más que sobre calles y avenidas, siempre teniendo en cuenta que la prioridad la tienen los peatones.
– Utilizar la bici para trayectos muy cortos, dejando el auto para recorridos medianos a largos o para días de lluvia, frío o evidente mal clima. Esto tiende a acostumbrar a los niños al traslado con la bici.

Educar con el ejemplo
En síntesis, si queremos trasmitirles a nuestros hijos la pasión por la bicicleta, intentemos usar poco el auto y aprovechar cada ocasión para hacer cortos trayectos a pedal con los chicos. Como antes mencionamos, primero con los pata-pata o caminando y luego en la sillita de la bici. Por otro lado, tratemos de que vean televisión en la medida que consideremos justa y que no estén en contacto permanente con los juegos y videos de la computadora o el celular, dado que eso fomenta el sedentarismo.
Moraleja: dicen que los hijos son el reflejo de los padres. Este refrán, algo de razón tiene. Si a mí me gustaran las motos o los autos, quizás Julieta estaría andando con un karting o un cuatriciclo de juguete. Los padres tratamos de trasmitir nuestros gustos a los chicos, pero es importante no forzarlos ni atosigarlos. Hay que invitarlos a probar, pero respetando sus tiempos y sus intereses.
Da muy buen resultado avisarles que nos vamos a trasladar en bici y no llevarlos obligados. Eso los predispone mejor. Noto que mi hija lo disfruta más.
Eduquemos con el ejemplo. Si nos gusta la bici, una actividad que se practica básicamente al aire libre, llevemos a los chicos a ese tipo de lugares, en vez de estar encerrados en una “cápsula” por temor a que nos pase algo.

* Gustavo González es profesor de Geografía de la UBA y guía de bicicleta de montaña. Se ha capacitado en primeros auxilios para zonas agrestes y naturales y es intérprete naturalista. Coordina la empresa prestadora de cicloturismo Bike & Trek: Info: (011) 15-6336-0326 / 4650-4817, bicigg@speedy.com.ar, biketrekgg.com.ar. Facebook.com/Bike&Trek.

Nota publicada en revista Biciclub Nº 240, diciembre 2014.

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Deporte y Entrenamiento

5 pasos para enseñar a los chicos a dejar las rueditas

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Lo ideal es que antes de subirse a una bici con rueditas estabilizadoras un niño haya aprendido el equilibrio en una bici de aprendizaje (camicleta) o en una bici normal a la que le hayamos quitado los pedales. Pero como “lo mejor es enemigo de lo bueno” (Voltaire dixit), la situación más frecuente es que los niños tengan como primera bici una con rueditas estabilizadoras, las peores enemigas estas del aprendizaje del equilibrio.
Para esas situaciones, te acercamos cinco sencillos pasos para enseñarles a pedalear sin ellas.

1 Una vez sobre la bici, les explicamos cómo pueden evitar la caída, pisando o afirmándose bien fuerte hacia el lado donde están cayendo. Comenzamos a simular pequeñas caídas, hacia un lado o hacia el otro. Y siempre les recordamos que deben pisar bien fuerte. No olvidemos resaltar la importancia de los elementos de seguridad.

2 Les pedimos que se impulsen hacia delante, con ambas piernas al mismo tiempo sobre el piso, lo más lejos posible, levantándolas luego de cada impulso, como si estuvieran cruzando un charco de agua para evitar mojarse las zapatillas. De esta forma van experimentando el equilibrio.

3 Les indicamos que comiencen a pedalear. La mayoría ya tiene experiencia en pedalear con las rueditas estabilizadoras y eso no les resulta difícil. Les decimos que sostengan el manubrio con ambas manos, manteniendo los brazos medio flojos, mirando siempre hacia delante y pedaleando para lograr la estabilidad inicial. Los adultos los guiamos tomándolos de ambos hombros o alternando entre un hombro y la parte posterior de la axila, caminando o trotando, de acuerdo a la velocidad que logren. Así les aportamos la estabilidad necesaria y nosotros nos mantenemos erguidos, evitando tropezarnos.



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A medida que ganan continuidad y confianza, les avisamos que comenzaremos a soltarlos por breves lapsos. Les decimos: “te suelto, te agarro, te suelto, te agarro” hasta que notamos que el equilibrio es cada vez mayor. Los soltamos cada vez más seguido y los alentamos. En cada parada les indicamos cómo deben posicionar los pedales para lograr el impulso inicial: en posición de las 2 el pedal de arranque, de inicio del pedaleo. Es muy importante estar pendientes del estado de cansancio del niño.



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Por último, cuando logran una estabilidad constante, repasamos el frenado y simulamos las caídas controladas hacia cada lado. Los hacemos recorrer una distancia corta y les indicamos cuando frenar.

Por Cristian Veiga

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Deporte y Entrenamiento

¿Cuál es el deporte más apropiado para mi hijo?

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Foto: Diego Gavilanez en Unsplash

Dejando de lado mi pasión por el deporte y la actividad física e intentando ser lo más objetiva posible, me atrevo a afirmar que el deporte —en todas las edades— es una de las herramientas más enriquecedoras en la formación humana.
 Pero en la formación de los niños en edad escolar es además una herramienta muy poderosa, capaz de romper con barreras psicoemocionales que ni las matemáticas ni la lengua ni la geografía pueden. Y es que el deporte es, ante todo, un idioma universal que no distingue raza, religión o nivel económico.

La integración
Hace un tiempo estuvo en un colegio alemán de la ciudad de Córdoba la deportista olímpica Jennifer Dahlgren (lanzadora de martillo, atleta y autora del libro El martillo volador). Ella nos comentaba que por cuestiones laborales de sus padres tuvo que mudarse de chica varias veces, pasando su infancia entre los Estados Unidos, Brasil y Argentina. En todos los países su mejor modo de integración había sido el deporte y en particular con el atletismo encontró un lugar en donde refugiarse del bullying por su gran contextura. En el lanzamiento de martillo tuvo la escapatoria feliz a toda la discriminación que sufría en el secundario. Al jugar haciendo deporte el niño no solo desarrolla sus capacidades físicas y coordinativas sino que también hace nuevos amigos, sociabiliza, aprende a trabajar en equipo, se mide y compara con sus pares, se desarrolla íntegramente y por sobre todas las cosas construye su autoestima. Enumerar los beneficios que trae el deporte a los niños sería interminable. Alcanza afirmar que el deporte les brinda herramientas valiosas que le permitirán a futuro interactuar y adaptarse a una realidad cada vez más cambiante, impredecible y disruptiva.

¿Qué deporte le conviene a mi hijo?
Es muy común escuchar a los papás preguntar qué deporte sería el más apropiado para sus hijos. La respuesta es una sola: todos y cualquiera. El niño en edad escolar debe desarrollar en primer lugar un acervo motor general de bases amplias. Es decir, practicar todos los deportes posibles, enriquecerse a nivel motor y coordinativo. La no especialización temprana es fundamental para que el niño pueda nutrirse y practicar todos los deportes a su alcance. Lanzar a un aro de básquet requiere de otras destrezas muy diferentes a las que se necesitan para hacer un ritmo de tres en handball o saltar a un bloqueo en voley o dibujar una gambeta en fútbol. Correr, saltar y lanzar (y yo también agregaría reptar) son las destrezas básicas con las que se constituyen todos los demás deportes. De hecho, nadar crol no es más que “reptar en el agua” o pedalear es “correr arriba de un medio mecánico” como lo es la bici. Lo verdaderamente importante es que el niño en edad escolar pueda jugar a todos los deportes que quiera. Porque solo así, conociendo todas las opciones, podrá ser libre para elegir, una vez entrado en la pubertad y la adolescencia, el deporte que más le guste. Es importante reconocer que cada niño puede ser muy hábil en uno u otro deporte. Pero para poder saber qué deporte le gusta al niño los padres tienen que reconocer que eso toma tiempo. Habrá que dar la oportunidad al niño de practicar diferentes deportes para ver cuál le gusta más, en cuál se siente más feliz. Como siempre digo, este es un proceso que requiere paciencia y no deberíamos acelerar la especificidad, pues mientras más amplio sea el acervo motor general del niño, más hábil será cuando deba focalizarse en la formación del acervo motor específico direccionado ya a una disciplina deportiva en especial.

Fases sensibles
Entendemos por fases sensibles aquel período en el que hay una entrenabilidad muy favorable para una capacidad motora (R. Winter). En la formación deportiva existen ciertas fases durante las cuales el organismo es más receptivo y tiene ritmos de desarrollos específicos para cada una de las cinco capacidades motoras (fuerza, resistencia, velocidad, coordinación y flexibilidad). Los profesores de educación física y los entrenadores debemos estar atentos a estas fases para aplicar los estímulos adecuados. Así, por ejemplo, la velocidad tiene un mejor desarrollo a edades tempranas (6 a 8 años) tanto en niñas como en niños. La flexibilidad se desarrolla mejor entre los 6 y 12 años y en general las niñas son más flexibles que los varones. Por otro lado la resistencia en niñas tiene su fase sensible en la etapa prepuberal y puberal (11, 12 años), mientras que en varones es un poco más tardía (entre los 12 y 14 años). La fuerza recién puede potenciarse una vez producido el estallido hormonal (14 a 16 años en adelante). Y la coordinación debería explotarse a lo largo de todo el ciclo primario, ya que el organismo se encuentra ávido de nuevos estímulos psicomotores. Lo más significativo de saber de estas fases sensibles es no insistir en desarrollar, por ejemplo, la resistencia en niños de 8 años o de comenzar a trabajar la flexibilidad recién a partir de los 16… El hecho de darle a los niños el estímulo adecuado en volumen, intensidad y repetición es una condición insoslayable si queremos desarrollar “niños deportistas” sanos y felices que abracen el deporte como estilo de vida. Así como también evitar las frustraciones innecesarias y el abandono del deporte. Después de todo tenemos que ser realistas en lo siguiente: solo el uno por ciento de todos los deportistas logran vivir del deporte. Todos los demás somos parte constitutiva de la gran masa de deportistas amateurs. Dicho esto, sería muy deseable que los papás cambien de paradigma al introducir a sus hijos en el deporte y que puedan cambiar el objetivo de querer que “mi hijo sea el campeón” por el de buscar que “mi hijo sea feliz practicando deporte”.

 

Texto Elisa Lapenta*

*La autora es Profesora de Educación Física, especializada en Alto Rendimiento en Alemania, titular de H3O (servicio de entrenamiento orientado a deportistas de todos los niveles: tiempo libre, amateur, semiprofesional, pofesional): (0351)6225243 | elisalapentah3o@hotmail.com | h3o Sports  | INSTAGRAM @elisanoemilapenta

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Deporte y Entrenamiento

Tucumán: escuela ciclista para mujeres y niños

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La tucumana Mirta Anahí Solórzano (37), infinitamente más conocida como la Pichu o la Pika (así, con la precedencia del artículo, algo universal en Tucumán), es docente de Educación Física y forma parte de la gran comunidad del mountain bike tucumano. Se define a si misma como “heredera del ingenio y perseverancia de mi papá Rafa, heredera de la paciencia y amor de mi mamá Luci, la combinación perfecta que utilizo en mi profesión”.
Además de transitar los senderos tucumanos, a la Pichu se la puede encontrar con frecuencia en el Bike Park Blue Mountain, ubicado sobre la popular Avenida Perón de Yerba Buena, la avenida sobre la que peregrinan diariamente al cerro gran parte de los bikers tucumanos. Allí da clases de mountain bike a mujeres principiantes y niños y niñas. De eso hablamos con ella.

Contanos lo de las clases para mujeres ¿Tienen que tener nociones sobre ciclismo?
Natural High Bikes nace de la inquietud de reclutar mujeres de más de 18 años con ganas de aprenderlo todo sobre la bicicleta.
El lugar de práctica se encuentra en el Bike Park Blue Mountain, ubicado en Avenida Perón 1050. Allí tenemos cómodas instalaciones y sobre todo el lugar perfecto para afianzar las técnicas y prepararnos para la hora de salir a rodar. Se puede aprender muchas cosas de oído, observando a una corredora o viendo tutoriales, pero no hay nada que pueda reemplazar el aprendizaje de forma presencial.
Las clases para mujeres se realizan los martes y jueves de 8.30 a 10, con un sábado mensual de salidas.
Lo que tienen que saber para empezar a pedalear es que la única barrera es controlada por una misma y somos nosotras las que decidimos cuándo levantarla para animarnos o no a lo nuevo y desconocido.
Mi consigna es que si la barrera es no saber pedalear, no te preocupes, que estamos preparadas para afrontar juntas este desafío, que seguramente es algo pendiente y para mí será un logro en tu vida. Para este tipo de desafío las clases son personalizadas y exclusivas y antes de comenzar a formar parte del grupo.
Las clases cuentan con una parte inicial que es predisponer al cuerpo para luego subirse a la bicicleta. Una parte principal, que consta de pequeños circuitos donde se trabaja la técnica y se adquieren o descubren nuevas habilidades, y por último un cierre en el que se trabaja específicamente la fuerza y coordinación de forma global.
Las clases para niñas/os se realizan los días martes y jueves a las 18 y tienen una salida los sábados.
Estas clases constan de una parte inicial que predispone al cuerpo, para luego subirse a la bicicleta. Antes de la pandemia se realizaba un juego “rompe hielo” para consolidar el vínculo del grupo, pero este año cambió un poco el formato, ya que el contacto y los juegos grupales se vieron afectados, obligándonos a reinventarnos como docentes, adoptando el individualismo y el distanciamiento, que fue posible gracias a la amplitud de este hermoso lugar de trabajo.
La parte principal de la clase cuenta con la progresión y adquisición de nuevas habilidades de manera guiada, por medio de la educación técnica en pequeños circuitos de trabajo. Por último se hace un cierre en el cual mientras se relaja el cuerpo mediante ejercicios se charla sobre lo aprendido en el día.

¿Cómo llegó la bici a tu vida?
Tres anécdotas. De niña, a los 5 años, de la mano de los Reyes Magos a los pies de mi cama. Este año pude analizar que a esa edad mi perfil docente ya estaba marcado.
A los 20 años me fui a tomar un jugo a la plaza principal de mi provincia y me encontré con la movida de la largada simbólica del Trasmontaña. Ese mismo día se me vino a la cabeza que quería comprar una bici. Solo contaba con la guitarra que me había regalado mi hermana mayor a los 15, que nunca pude aprender a tocar. Hablé con ella para ver si me daba permiso para venderla y comprar la bici y estuvo de acuerdo. Con ese dinero y con ayuda de mamá, sin que se enterase papá, pude adquirir mi primera MTB usada, para moverme a la facultad. Recuerdo que le sacaba el caño de asiento para que nadie se viera tentado de llevárselo. ¡Jajaja, qué locura!
A los 30 años solo conocía calles y avenidas y ese año gracias a Noe (Noelia Rodríguez, la gran biker tucumana) pude comenzar a descubrir el maravilloso mundo de las sendas. Hoy vivo esta pasión de la bicicleta como docente gracias al impulso de su familia.

¿Qué es lo que más te apasiona de enseñar?
El detalle que uno utiliza como docente es lo que más me apasiona. Cada clase tiene un objetivo y buscar los medios para que éste sea conquistado es mi mayor satisfacción. Siempre traigo a mi mente cómo me enseñó mi papá a estacionar el auto. Recuerdo que fuimos a un lugar y justo había en el cordón dos ladrillos. El los tomó y los dispuso de forma que yo tuviera que lograr estacionarlo entre ellos. Esos detalles me marcaron y los llevo como un tesoro.

¿Qué grandes diferencias ves entre ambos grupos?
Una es la edad claramente, la otra es la capacidad de asombro que tienen los niños, principal motivadora para ellos. Lamentablemente los adultos poco a poco la van perdiendo, pero a sus logros personales en cada clase los defienden y sienten muchísimo orgullo por sus conquistas, y esos logros se transforman en el principal motivador para ellas.

¿Qué consejos y tips les darías a las mujeres que aún no se animan o que piensan que es muy difícil o que ya están grandes para aprender esto?
Más que consejos yo las invito a que piensen en esto:
– Escuchen a su entorno, pero que no sea un impedimento para sus sueños.
– No se queden con una mala experiencia, decidan vivirla nuevamente pero con experiencia.
– Escuchen a su cuerpo, que les pide moverse.
– La bicicleta tiene varias modalidades, así que hay para todas.
– La edad no es un condicionante, la mente y las creencias sí.
– Pueden tener una bicicleta de 1500 pesos o una de 1.000.000 pero lo que cuenta es la actitud sobre la bici, no la bici en sí.

Más info: www.instagram.com/pichusolorzano/

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Bicis

Specialized Hotwalk Carbon: una bici de aprendizaje hecha en carbono y que cuesta 999 dólares

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Para los padres del hemisferio norte que se dan a sí mismos el gusto de tener una bicicleta de alta gama de carbono y seguramente para algunos más con fondos suficientes, Specialized lanzó una bicicleta de aprendizaje sin pedales para niños hecha en el preciado “oro negro” de los ciclistas. El cuadro, la horquilla, las llantas y el manubrio de la Specialized Hotwalk Carbon están hechos con el carbono Fact 9r exclusivo de la marca californiana. Las ruedas son de 12 pulgadas y los neumáticos unos Rhythm Lite aptos para rodar en cualquier superficie. Pesa solo 2100 gramos y Specialized la recomienda para niños de 18 meses a cuatro años u 88 cm de estatura y de no más de 18 kg de peso.

Para demostrar que no se trata para nada de un diseño así nomás, Specialized ha informado que es fruto de los mismos diseñadores que están detrás de sus bicis de altísima gama, como la Tarmac SL7 o la Stumpjumper. Y ha sido testeada para ofrecer al pequeño usuario no solo bajo peso sino también respuesta y maniobrabilidad.
Una auténtica obra de arte que por ahora solo se vende en el hemisferio norte y cuesta unos mil dólares…

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