Ciclismo urbano: cómo actuar frente a la violencia vial


Foto: Nick Jones en Unsplash

“De vez en cuando me tocan la bocina, incluso cuando estoy pedaleando de manera correcta. Creo que los conductores se irritan por perder unos segundos de su valioso tiempo detrás de un juguete que anda por la calle.” Así dice uno de los incontables testimonios que pueden encontrarse en foros y redes sociales de ciclismo acerca de la violencia que se padece al pedalear por la calle.
El problema es mundial y no se limita a un país o un continente; es una preocupación que existe tanto en una pequeña municipalidad como en grandes organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de las campañas de prevención y seguridad pareciera que la problemática aún no está siendo correctamente atendida ni por los gobiernos ni por los gobernados. En este contexto los que tienen mayores chances de sufrir las malas consecuencias son los peatones y los ciclistas por su vulnerabilidad ante vehículos que superan una tonelada de peso.
No es el automóvil el culpable de la violencia. El auto es un gran invento y nos permite desarrollar muchas actividades que de otra forma no podríamos. Pero muchas personas confunden comprar un auto con comprar la calle. Desde hace décadas, muchos factores refuerzan esta falsa creencia. Tomemos por ejemplo las publicidades de automóviles: por más innovador y creativo que sea un spot televisivo, casi siempre termina en aquella típica imagen en la que se ve al modelo en cuestión andando libre por calles despejadas, sin otros vehículos alrededor. Es de esperar que de vez en cuando algún ingenuo comprador sienta defraudadas sus expectativas cuando sale por su ciudad y se encuentra con que no puede imitar lo que vio en la tele, sino que debe compartir la calle con otros autos y, lo que es peor, ¡con bicicletas y peatones!
Así es que dejamos de entender la vía pública como un espacio común que debemos compartir con tolerancia y pasa a ser un lugar en el que buscamos movernos lo más rápidamente que se pueda para llegar antes que los demás, sin importar cómo.

Aguantar bocinazos
Lo cierto es que todavía nos falta bastante para modificar conductas antisociales tan arraigadas. Mientras tanto lo recomendable es seguir el consejo que generalmente se suele dar: no conviene nunca contestar violencia con más violencia. En la calle no sabemos con quién nos peleamos, de qué situación viene, qué reacciones puede tener y hasta dónde es capaz de atacarnos. Esto no tiene nada que ver con ser cobarde, sino todo lo contrario: es ser inteligentes y cuidar nuestra integridad física. Especialmente los ciclistas, por una cuestión de peso y tamaño, tenemos todas las de perder si nos enfrentamos violentamente ante alguien con un auto o un vehículo aún más grande. Un mínimo toque nos puede desequilibrar y hacer caer.
Una buena idea es capacitarnos aprendiendo cuáles son nuestros derechos y obligaciones. Saber por dónde y cómo podemos andar y por dónde no. Es cierto que requiere tomarse un tiempo, leer, investigar, pero es un deber cívico.
En la mayoría de los casos habrá que aguantar bocinazos, autos que nos pasan cerca para asustarnos, gritos, insultos, pero que si no son respondidos no van más allá de eso. Otra alternativa es anotar la patente y denunciar ante la autoridad en caso de ser necesario. Quizás parezca un recurso un tanto falto de eficacia, pero también es deber nuestro como ciudadanos alertar a quienes deben controlar, porque esa persona que nos puso en riesgo, probablemente mañana pueda hacer lo mismo con otro ciclista.

Lo básico que debemos saber
Tenemos que conocer algunos aspectos básicos de nuestra legislación para saber qué derechos nos asisten y además poder hablar con fundamento cuando surgen discusiones al respecto. Por eso, retomando el comentario del inicio: ¿A quién no le ha pasado de ir pedaleando y recibir un irritante bocinazo desde atrás? Como una voz que nos dice que nos corramos y no molestemos a los “verdaderos” vehículos. En nuestro país la Ley de Tránsito 24.449 en su Artículo 5 reconoce a la bici como un vehículo y le permite circular por la vía pública. Se establece que una bicicleta es un vehículo de dos ruedas que es propulsado por mecanismos con el esfuerzo de quien lo utiliza, pudiendo ser múltiple de hasta cuatro ruedas alineadas. Son muy pocos los lugares por donde prohíbe su circulación, y en ese caso están expresamente indicados en las leyes nacionales y locales. Por lo tanto un ciclista tiene derecho a ocupar su lugar en la calles y que se le respete el mismo. Es más, ¡la bicicleta existía mucho antes que los autos! En calles sin carriles debemos circular por el costado derecho, porque de este modo permitiremos que los demás nos sobrepasen por la izquierda, que es por donde deberían hacerlo. A veces puede ocurrir que la calle sea muy angosta o que haya autos estacionados que nos obliguen a rodar alejados de sus puertas. En ese caso siempre debemos mantener una distancia de seguridad y si no alcanzara el ancho de la calle para que nos sobrepase un auto, este último debe esperar para hacerlo. Hay que mantener la calma y dependiendo de la situación quizás decidamos tener la cortesía de apartarnos o detenernos para que un auto pueda pasar, pero eso ya es una decisión y una opción voluntaria de cada uno. En calles con varios carriles demarcados, estamos obligados como ciclistas a circular por el centro de ellos. “Se debe circular permaneciendo en un mismo carril y por el centro de éste”, dice el Artículo 45 en su inciso b. Hoy en día son muy pocos los ciclistas que lo cumplen porque piensan que están estorbando a los autos o porque se sienten amenazados por los que vienen rápidamente por detrás. Pero además de ser un derecho es una cuestión de seguridad, ya que circular dentro del carril (a pesar de los bocinazos y gritos que seguramente se reciban) produce que los otros vehículos tomen mayor distancia durante los sobrepasos.

¿Alternativos o ridículos?
En las charlas entre ciclistas y en los foros en internet pueden escucharse y leerse muchas alternativas para responder a la violencia vial, especialmente a los bocinazos. Si bien no recomiendo hacerlas (creo que algunas de ellas podrían empeorar las cosas), me pareció interesante incluirlas acá para demostrar que se trata de un problema que afecta a muchísimas personas de que eligen moverse en bici.
-Saludar: la recomendación de varios foristas es responder con un saludo a los bocinazos. Varios de los comentarios aseguran que esto descoloca al agresor e incluso lo hace darse cuenta de su equivocación. Algunos van más allá y dicen que el saludo debe ser tan efusivo como cuando nos encontramos con un viejo amigo que hace años que no vemos.
-¡Desnudarse!: algunos ciclistas dicen que comenzar a quitarse la ropa resulta una reacción sumamente ridícula y evita seguir siendo molestado por el automovilista en cuestión.
-Tirar besos: esta puede ser un poco más riesgosa ya que podría aumentar la ira del agresor al sentirse burlado. Sin embargo es una de las que más se repite en internet cuando se trata de respuestas alternativas.

 

Por Martín Lehmann