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Un cuento de bicis: el chocador serial de perros

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Marcelo Arnolfi demuestra que la bici no solo es buena para pedalearla sino también para construir historias en torno a ella como protagonista. Cosas de perros, bicicletas, familias ciclistas y aquellas entrañables carreras en pueblos del interior rural.

Por Marcelo Arnolfi*

Mi primera carrera de bicicletas fue involuntaria. O mejor dicho largué, pero contra mi voluntad, por jetón, bajo protesta, con nueve años. En esa época no existían los derechos del niño. Y me pasó por burlarme. Tenía un hermano mayor que corría y obtenía, según mi criterio, sólo dos resultados: o salía cuarto o se chocaba un perro.
No es que se chocara siempre al mismo perro, pero llegué a contar -creo que aprendí a contar con tales altercados- entre diez y doce perros que fueron víctimas de sus maniobras en toda la provincia de Entre Ríos y algunas ciudades de la República Oriental del Uruguay. Maniobras irresponsables, claro está.
Que yo recuerde al primero que se chocó fue a uno bastante grande en el Parque Unzué chico, en su debut, en una pista que quedaba frente al recreo Supervisión. Algunos seguro se acordarán. La víctima era un cuzco abandonado al que le gustaba el ciclismo. Siempre estaba entre el amable público presente, como decía Coco Paz. Y tan así es, que para ser chocado ni siquiera se cruzó el pobre bicho. Es más, el perro no tuvo la culpa.
Mi hermano se tocó con un compañero de equipo en lo que sería la entrada a la última curva. Ambos corrían para el club Atlético Independiente, con remera roja con una F gigante que representaba la F de la felicidad de la propaganda del auspiciante.
En esa época los árboles no parecían ser un peligro y la pista estaba rodeada de ellos. Empero, consciente que chocarse un ombú no podía ser un resultado sin consecuencias, mi hermano enfiló preventivamente, luego del altercado, hacia el público, que en el caso, por fortuna, estaba integrado solamente por el citado perro, que resultó muy lesionado. También mi hermano se lesionó, se peló ambas rodillas y un tanto el traste, aunque no quería reconocerlo. Torció una rueda y recibió múltiples puteadas de mi padre (y de mi madre también).
Mi padre por la bicicleta, mi madre por las rodillas.
Aún así, como había encarado con tanto valor la entrada a la última curva, vino a dar toda la pinta que era bueno, así que mi padre para el miércoles de la semana siguiente ya lo había perdonado y el jueves le compraba otra rueda y el domingo nos cargó a todos de madrugada y nos llevó hasta San José, en el Departamento Colón, donde había una nueva competencia.
De nuevo, ya no en la última vuelta sino cuando promediaba la carrera, mi hermano le erró al cálculo de correr con algo de ripio suelto en las curvas y terminó haciendo equilibrio sobre una vereda, rozó a una señora que estaba tomando el té, sentada plácidamente y comiendo pastafrola (Yo estaba mirando la escena muy atento, no por mi hermano, sino por la pastafrola. ¡Tenía un hambre!) Y ahí lo vi subir a la vereda al energúmeno de mi hermano, romperle la taza (de gran valor, según le comentaron luego a mi mamá) a la señora que estaba observando las alternativas deportivas, y no satisfecho con tamaño descalabro atropellarle su caniche, que hijo de padres premiados, que en esa época era una curiosidad, que pin, que pan. Y el público dividido, la mitad puteando a la señora que tomaba té, demasiado cerca de la calzada, para peligro de los ciclistas, y la otra mitad a mi hermano por doblar como un tarado.
Al pobre caniche le perforó un pulmón con la palanca. Vieran como gritaba ese animal. Mi hermano también, pero menos. Dudo que el perro haya sobrevivido. Mi hermano sí lo logró.
Así que de nuevo mi padre a pagar. A saber: la taza del juego japonés y el caniche, para quien también hubo de dejar dinero, sea para el veterinario o para el entierro (nunca volvimos por ciclismo a San José), y una nueva rueda, gracias a Dios no la nueva sino la trasera. En realidad se había quebrado la llanta, además de torcerse una palanca.
Mi hermano se raspó entero de nuevo, pero ya no distinguíamos entre los raspones de su primera y segunda carrera. Mi mamá sostuvo que no volvería a ver una carrera de bicis, pero después siguió como veinte años más mirando ciclismo. Cuestión que mi padre explicó que no lo dejaría correr más. Afirmación de la que se desdijo en la semana, como todos los padres técnicos.
El domingo hubo carrera de nuevo, esta vez en Concepción del Uruguay, adonde llegamos después de hacer un trompo con el auto bajo la lluvia y que casi nos pasara un camión por encima. Mi hermano entró primero en la última curva. Nos miramos, como diciendo acá los acaba, pero no.
Lo pasaron tres ciclistas antes de la llegada, dos locales y uno de nuestro pueblo, que era como que te pasaran diez más. De nuevo a putearlo mi viejo y yo a decirle que o se caía o salía cuarto y así vine todo el camino.
En su cuarta carrera salió de nuevo cuarto.
Por entonces las competencias que más interés despertaban eran las de los más chiquitos. Cuestión que corrían antes los mayores y las categorías iban descendiendo. Cuando estaba en plenas burlas porque mi hermano había salido cuarto nuevamente, mi papá le bajó el asiento a la bicicleta de mi hermano y así como estaba, de pantalón corto blanco, zapatillas Flecha nuevas, azules, camiseta de Estudiantes de la Plata, me hicieron largar contra mi voluntad a ver qué tan bueno era yo y así me dejaba de burlar de la familia.
Y largué. Tuve una suerte de mal entendido con el reglamento. En esa época no había pedales automáticos, se usaban punteras y correas, que eran la pesadilla de los más chicos. A mí me subieron de prepo a la bici y me hicieron largar también de prepo. Yo pensaba que la exigencia de calzar las punteras era reglamentaria. Qué idea podía tener yo de para qué se insistía tanto en ponerse esas porquerías. Cuestión que estuve el tiempo suficiente intentando calzarme esos artefactos como para que el resto de los ciclistas me sacaran media cuadra. Y cuando logré hacer el milagro de calzarme las punteras salí a lo que daba para salir por lo menos cuarto. Yo sabía que en eso me jugaba mi futuro ciclístico. Y para la primera vuelta ya estaba a rueda del grupo. No era malo ni mucho menos, andar en bicicleta era lo único que hacía. Yo me entrenaba con mi hermano, que era un haragán importante (después mejoró solo un poco). Cuestión que desprovisto de experiencias fui a pasar por afuera en una curva en la que alguien no se había fijado que había un alambrado de púas oxidado y ahí mismo me estampé contra el alambrado mientras una vaca me miraba. Terminé como es lógico en el hospital, porque tenían que ponerme la antitetánica. No sé qué me dolió más, si la inyección, el alambrado de púas o las risas de la vaca, representadas por mi hermano, que la imitaba.
Pero algo hice bien ese día, le doble las dos ruedas, y supuse que ahí se acabaría el ciclismo en la familia. Pero no, mi padre quedó convencido que yo tenía futuro. Al menos eso dijo, supongo que como una excusa para seguirse rajando todos los fines de semana a todas partes con ese folclore que es ir a las carreras de bicicletas. El chocador serial volvió de viejo al ciclismo. Ahora se entrena de verdad y hasta a veces anda fuerte. Lo que no puede evitar es que los perros y sus dueños huyan despavoridos a cualquier circuito que se acerquen. Hacen bien.

*Marcelo Arnolfi reside en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, es fánatico del ciclismo e intenso pedalista. Forma parte del grupo Pedal Pato.

Ilustración: Isabel García

Nota publicada en revista Biciclub Nº 259, julio de 2016

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Clases para aprender a andar en bici en Buenos Aires

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Laureano Núñez es ciclista, organiza salidas en bici para principiantes y da clases para todos aquellos –adultos y niños a partir de los 12 años– que aun no saben pedalear y quieren aprender. Las clases son 100% personalizadas.
Debido a la situación actual, disponen de comunicación electrónica para un distanciamiento social efectivo.
Las clases se realizan en Puerto Madero, una vez por semana, acordando los horarios según los requerimientos de los alumnos, y duran una hora.
La idea es tener nociones básicas de cómo pedalear en la ciudad, aprender la técnica, perder el miedo y practicar. También se enseñan nociones básicas de mecánica (como arreglar una pinchadura y cambiar una cámara) y teoría básica sobre seguridad vial para movernos de forma segura.
Las clases finalizan cuando el alumno siente que alcanzó su meta y siente que puede seguir por si solo.

Más info sobre las clases: 112823-1343

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Kit de herramientas portátil para emergencias

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mecanica-herramientas-4615bPor descuido propio o por accidente, muchas veces pueden ocurrir imponderables mecánicos en una salida. Para estas situaciones es mejor prever que improvisar y contar con el equipo adecuado que -de acuerdo a la bici y a las habilidades mecánicas del usuario- podrá variar en herramientas y útiles. Dichos elementos deben ser transportables en un bolso bajo asiento o en un bolso o cartera personal, por lo que deberán elegirse cuidadosamente para optimizar el espacio y el peso.

LO QUE NO PUEDE FALTAR

Para todo tipo de bicis 
– Dos o tres desmontadores de cubiertas: de plástico si la llanta es de aluminio mecanizado o de acero si es de aluminio de pared simple o acero.
– Parches: de la medida acorde a la cámara en cuestión. Con cuatro o cinco bastará y se deberán reponer a medida que se utilicen.
– Solución vulcanizante: viene en pomos pequeños, fáciles de almacenar y transportar. Tener especial cuidado, ya que una vez abiertos tienden a secarse con el tiempo. Conservarlos en una bolsita cerrada con banditas elásticas los hace durar más tiempo frescos.
– Lija gruesa: para que la solución trabaje bien es necesario lijar la cámara antes de emparchar. Una o dos tiras de lija pequeñas serán suficientes.
– Cámara acorde al rodado y medida de la cubierta: con una es suficiente ya que habrá que cambiarla si es imposible parchar. Si el espacio lo permite, llevar dos nunca está de más. Hay quienes prefieren cambiar cámara y seguir pedaleando a emparchar, sobre todo en días de mucho calor, lluvia o frío intenso, cuando manipular parches y solución puede ser molesto.
– Inflador: de nada sirve emparchar o cambiar cámara si no tenemos forma de darle aire. Si el pinchazo ocurre de noche o en días no laborables, encontrar una bicicletería, gomería o estación de servicio que brinde aire de manera gratuita puede ser difícil.

Opcionales
– Parches autoadhesivos: no necesitan solución vulcanizante. Son más costosos que los parches tradicionales pero son más fáciles de usar.
– Colocar en las ruedas líquido antipinchaduras es una buena alternativa preventiva. Se vuelca por el pico de la válvula dentro de la cámara y obtura los pinchazos pequeños. Es una buena opción para bicicletas cuyas ruedas son difíciles de desmontar como bicicletas inglesas, con cambios en la maza o con muchos accesorios (guardabarros, portapaquetes, silla de bebé).

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Para bicis de tornillería tradicional
– Llave francesa: las de 6” son ideales ya que tienen apertura suficiente para todas las tuercas y bulones de la bici; son pequeñas y transportables. Esto permite ajustar y aflojar no sólo las ruedas sino también el bulón de expander o patines de freno. En situaciones normales, sólo será necesario aflojar y ajustar las tuercas de las ruedas para sacar y poner la cámara en caso de pinchazo. Si las cuatro tuercas son de la misma medida -14, 15 ó 16 mm- se podrá reemplazar la llave francesa por una llave fija de dicha métrica y así ahorrar peso.

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Para bicis de tornillería allen
– Multiherramienta plegable: es la navaja suiza de la bici. Tiene todas las medidas de llave allen necesarias, destornillador de punta plana y phillips. Algunos modelos traen incluso llaves fijas, cortacadena y desmontador de cubierta. Son una excelente inversión y se presentan en una gran gama de precios y calidades.

Texto: Luddite* | Fotos: Ariel Sabatella

*Mecánico de bicicletas: green_anarchy@hotmail.com, (011)15-4199-4844

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Seguros Rivadavia ofrece variedad de coberturas para la bicicleta y el ciclista

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Seguros Rivadavia ofrece tres líneas de seguros de bicicletas: Bici Pro, Bici Max y Bici Total, las tres con diversas alternativas de contratación en sus coberturas y capitales asegurados. 

Todos estos planes amparan la pérdida total por robo de la bicicleta, el daño total y parcial (tanto en Argentina como en el exterior, si se opta por contratar la extensión de cobertura), accidentes personales para el ciclista y responsabilidad civil ante cualquier accidente que sufra circulando y que pueda provocar daños a terceros, el robo de efectos personales o equipos portátiles electrónicos que porten en bolsos o mochilas en circunstancias de uso de la bicicleta.


En suma, las siguientes son las coberturas básicas:
• Robo total.
• Muerte accidental.
• Invalidez total y parcial permanente por accidente.
• Gastos de asistencia médico-farmacéutica por accidente.
• Cobertura de responsabilidad civil del ciclista.


Y estas coberturas se complementan con una importante gama de servicios adicionales sin cargo para el asegurado.
Pueden acceder a estos planes bicicletas fabricadas desde el año 2000 en adelante.

Para más información: www.segurosrivadavia.com | 0810-999-3200 | info@segurosrivadavia.com
O bien, contactarse con cualquiera de los Productores Asesores de Seguros Rivadavia en todo el país.

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Cicloturismo: Los 5 infaltables en un viaje

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Diseñador y fabricante del exquisito equipamiento para cicloturismo Halawa y viajero experto, Juan Pablo Casaccione nos recuerda los aspectos básicos para que nuestros primeros recorridos largos en bicicleta sean exitosos. El destino, la ropa, la bici, el equipo y cómo distribuir lo que llevamos.

Por Juan Pablo Casaccione*

1. Relevar el lugar
Al comenzar a planear un viaje, lo primero a tener en cuenta es el lugar al que nos dirigiremos. Generalmente se elige por gusto, curiosidad o quizás a dedo, en un mapa a ciegas. Pero ya con el destino definido, algunos puntos a tener en cuenta serán:
– Si el punto de salida es el mismo que el de llegada generalmente se simplifica la logística. Podemos dejar cajas o bolsos de transporte de la bici y otros contenedores que usemos para el viaje.
– Para calcular la cantidad de kilómetros por día: en caminos de subida, calcular que rodaremos entre 7 a 15 km/h y en caminos planos de 18 a 30 km/h.
– Verificar el transporte que usaremos para llegar, días y horarios (micro, avión o vehículos contratados).
– Otro punto a tener en cuenta es la altimetría (relieve) y los vientos predominantes, porque tal vez convenga empezar el recorrido en el sentido contrario al pensado originalmente.
– Chequear clima, épocas de grandes lluvias y deshielos para evitar retroceder. Recordemos que los ríos de deshielo por la mañana temprano no están tan “gordos”, aunque esto no evitará que nos mojemos los pies al cruzar vados o sortear riachos.
– Verificar el horario de salida y puesta de sol y las temperaturas, para determinar cantidad de horas de pedaleo.
– Saber dónde hay lugares de aprovisionamiento, para calcular cuánta agua (a razón de tres litros por día) y comida llevar en las etapas.

2. Armar un buen equipo
A la hora de elegir el equipo, primero hay que decidir si viajaremos solos o acompañados, ya que esto hará la diferencia. Además de la compañía, si se viaja solo se debe reservar más espacio, porque no se puede compartir parte del equipo (calentador, carpa y marmita). Los indispensables:
– Calentador. Hay de dos tipos. Uno es a gas (cartucho), que resulta más económico el aparato pero son más caros los cartuchos y generan más residuos. Otra de las contras es que no funcionan bien en altura y generan mucho volumen para transportar. Los otros funcionan con combustible líquido a presión, son más caros pero el combustible resulta mucho más barato y ocupan menor espacio.
– Marmita: es buena y cómoda opción, pero si no contamos con una se puede resolver llevando una olla chica y un jarro y el resto de cubiertos necesarios. Olla máxima: de 1.5 a 2.0 litros. Hay que ver equipamientos de montaña si se quieren adquirir por partes y no todo el juego junto.
– Carpa: debe ser liviana, con buena habitabilidad, pero sobre todo resistente al viento y al agua. Aunque parezca mentira no todas lo son. Un buen consejo: colocar un film de polietileno debajo de la carpa que sea 5 cm más chico que la misma. Esto protegerá la superficie, evitará que se moje con la humedad del piso y agilizará el guardado.
– Bolsa de dormir: lo importante es no pasar frío. En épocas de calor uno puede destaparse pero con frío no se duerme y depende del lugar y la época nos puede costar la vida. En el mercado existen bolsas de dormir con distintos rellenos: sintéticas y de plumas. Las primeras son más económicas, tienen más volumen y más peso, mientras que las de plumas son más caras, más chicas y livianas. Se recomienda usar aislantes debajo de la bolsa, porque suavizan la dureza del piso y aíslan el frío.

3. Seleccionar la ropa
Soy partidario de usar ropa de ciclismo (calzas cortas o largas para el viaje), ya que es más cómoda. El resto de la ropa, sintética, 0% algodón: remeras, pantalones desmontables (dos en uno pantalón – bermuda) y medias cortas y largas. En cuanto al abrigo, que sea lo más entallado posible, ya que eso evita la pérdida de calor. Siempre vistámonos con capas finas:

A. Camiseta térmica.
B. Chaleco de micropolar o softshell fino.
C. Campera de polar o micropolar.
D. Rompevientos impermeable.
De la A a la D se pueden combinar o colocar todas juntas según la temperatura.

4. Tener la bici en condiciones
Con una bicicleta de 18 velocidades para arriba, podemos viajar. Con una monomarcha y/o fixie no lo recomendamos, porque los cambios ayudan y mucho. No hace falta demasiada sofisticación en el rodado, incluso eso lo hace más difícil de reparar en caso de un imprevisto. En honor a la verdad, teniendo la bicicleta en condiciones, nunca se me presentó un problema en un viaje, sólo pinchaduras y alguna cubierta tajeada. Por eso, es recomendable hacer un service antes de salir.
Por otra parte, el portaequipajes marcará la diferencia en un viaje. Lo recomendamos, ya sea de aluminio o acero, mínimo de dos rayos por lado o, ideal, de tres, y que cubran bien la “espalda” de la alforja.
De repuesto, debemos llevar dos cámaras, parches chicos y grandes y solución, corta cadena, sacacubiertas, inflador, tornillos de repuesto y multiherramientas.

5. ¿Cómo llevar todo esto?
Para todo esto, con alforjas traseras de 50 litros, un bolso estanco de 36 litros sobre las alforjas, un bolso frontal de 6 litros y un bajo asiento, estaremos bien. Los elementos pueden distribuirse de la siguiente manera:
– Alforjas: ropa, equipo y bolsa de dormir.
– Bolso estanco: carpa, aislante y resto del equipo.
– Bolso frontal: cámara de fotos, snacks, rompevientos, linterna y protector solar.
– Bajo asiento: repuestos, cámara, cortacadena, etcétera.

*Cicloturista, diseñador industrial y creador de la marca Halawa: www.halawa.com.ar | Instagram @halawaalforjas | Facebook: Halawa

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