Curiosidades
¡263 km/h!
La cantidad de récords inútiles que intenta batir el hombre es casi ilimitada. Éste es uno de esos intentos, consistente en una bicicleta impulsada por un cohete que lleva a la bici a los 263 km/h. La “proeza” la concretó un sueco, impulsado por un cohete alimentado con peróxido de hidrógeno y fue realizada en una base militar francesa. Es muy loco y muy riesgoso lo que hace este hombre, pero no deja de ser algo completamente estúpido.
Sin embargo, hay otros récords de velocidad sobre la bici más interesantes, ya que por lo menos exigen pedaleo, como el que se realiza tras algún vehículo que ampara de la resistencia del aire al ciclista o en descenso. En este último caso se superan los 160 km/h y en el primero el récord mundial lo tiene un tal Fred Rompelberg, quien llegó a los 268 km/h sobre una superficie plana tras un vehículo a motor.
Ciclismo urbano
19 de abril: día de la bicicleta
Bici + LSD: un gran paseo
Desde 1984, mucha gente festeja cada 19 de abril como el día de la bicicleta, pero la mayoría absoluta desconoce cuál es el origen del festejo. El hecho es que en aquel año, 1984, alguien observó que el 19 de abril se cumplía un aniversario del día en que Albert Hofmann tomara accidentalmente LSD por primera vez.
Les contamos la historia.
Albert Hofmann (1906/2008) fue un afamado químico suizo que entre sus principales logros está el de haber descripto la estructura de la quitina, aunque es más conocido por ser el primero en haber sintetizado, ingerido y por lo tanto experimentado los efectos psicotrópicos del LSD, mientras estudiaba los alcaloides producidos por un hongo parásito del centeno llamado cornezuelo.
La sustancia que Hofmann describiría como “una de las dos o tres cosas más importantes que he hecho en mi vida”, fue sintetizada por él por primera vez en 1938, mientras estudiaba los derivados del ácido lisérgico. La dejó de lado, pero en 1943 volvió a interesarse en ella. Hofmann confiesa que tuvo “la sensación de que esta sustancia podría poseer otras propiedades además de las establecidas en las primeras investigaciones”. Ello lo condujo a sintetizar de nuevo LSD-25, para que el departamento farmacológico del laboratorio Sandoz (hoy Novartis) donde trabajaba llevara a cabo algunas pruebas.
El asunto es que mientras purificaba y cristalizaba LSD le irrumpieron una serie de extrañas sensaciones. Había absorbido accidentalmente una pequeña cantidad del producto a través de la punta de sus dedos. En un informe que le enviara a un colega poco después describiría las sensaciones que lo asaltaron: “Me vi forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y a dirigirme a casa, encontrándome afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me tumbé y me hundí en una condición de intoxicación no desagradable, caracterizada por una imaginación extremadamente estimulada. En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después.”
Inmediatamente dedujo que había ingerido LSD accidentalmente y que esta sustancia era la que le había provocado aquellas sensaciones, de modo que, como buen científico, decidió llegar al fondo del asunto y experimentar el tema en sí mismo.
Fue así que el 19 de abril de 1943 Hofmann ingirió intencionalmente lo que consideró por entonces una dosis mínimamente efectiva de LSD, 250 microgramos, dando pie a lo que ya es leyenda, quizás el más famoso de los paseos en bicicleta. Nos lo cuenta el propio Hofmann: “A esta altura ya estaba claro que el LSD era el que había causado la experiencia previa, ya que las percepciones alteradas eran del mismo tipo, sólo que ahora mucho más intensas. Tenía que esforzarme por hablar de manera inteligible. Le pedí a mi asistente, que estaba informado del experimento, que me acompañara a casa. Fuimos en bicicletas, ya que por las restricciones de la guerra no había automóviles disponibles. Camino a casa, mi estado comenzó a tomar formas amenazadoras. Todo en mi campo de visión ondulaba y se distorsionaba, tal como se ve en un espejo curvo. También tenía la sensación de no poder moverme, pese a lo cual mi asistente me contaría luego que habíamos viajado muy rápidamente.”
Hofmann, que no podía concebir el uso del LSD más allá de la medicina, sufrió años más tarde la prohibición del LSD por parte de los gobiernos, preocupados por los efectos que producía en ese momento la contracultura hippie, que había “secuestrado” a la sustancia. El estaba convencido del potencial curativo de la droga: “Si fuera posible detener su uso inapropiado, su mal uso, entonces pienso que sería posible dispensarla para su uso médico. Pero mientras siga siendo mal utilizada y mientras la gente siga sin entender realmente los psicodélicos, utilizándolos como drogas placenteras, errando a la hora de apreciar las muy profundas experiencias psíquicas que pueden inducir, su uso médico seguirá parado. Su consumo en las calles ha sido un problema durante más de treinta años. En las calles las drogas se entienden mal y ocurren accidentes. Esto hace muy difícil que las autoridades sanitarias cambien su política y permitan el uso médico. Y aunque podría ser posible convencer a las autoridades sanitarias de que los psicodélicos podrían ser utilizados con seguridad en manos responsables, su uso callejero sigue haciendo muy difícil que estas autoridades sanitarias estén de acuerdo.”
Hofmann murió el 11 de enero del 2008, a los 102 años de edad. Protagonizó en vida el más extraño viaje en bicicleta, drogándose sin intención ni de ganar una carrera ni de sentir placer sino con el único propósito de investigar curaciones para las enfermedades del hombre. Sólo por ello merece que prendamos una vela en su honor… y que demos un paseo en bicicleta en su homenaje.
Curiosidades
Un libro para cicloturistas sobre uno de los paraísos de la actividad de la provincia de Entre Ríos, Urdinarrain
Eduardo Morena acaba de publicar un libro que recoge parte de sus experiencias cicloturísticas: “Urdinarrain y alrededores en bicicleta – Circuitos turísticos urbanos y rurales”.
En sus páginas el autor vuelca una mirada con ojos de local y de turista sobre casco urbano de Urdinarrain y al círculo con 30 kilómetros de radio que lo rodea, abarcativo de poblaciones y parajes como Aldea San Antonio, Gilbert, Irazusta, Almada, Aldea San Juan, Parera, Colonia Gobernador Basavilbaso, Talitas, Escriña, Britos, Aldea Santa Celia, Rincón del Gato, Costa San Antonio, Colonia Stauber, Colonia Italiana, Colonia La Florida, Colonia El Paraíso y Costa Las Masitas.
Los circuitos rurales, de entre 30 y casi 100 kilómetros de extensión, están complementados con fotografías, mapas y un código QR que permite descargar los itinerarios a teléfono celular o a GPS del ciclocomputadora, y cuentan con abundantes descripciones de sus características históricas, culturales y paisajísticas.
A estos recorridos el autor los ha bautizado con estos nombres: Aldeas Alemanas del Volga, Nogales y Haras, Badenes de Los Bayos, Capilla de Santa Clara, Arroyo Genacito, Gauchos Judíos, Estancia La Estrella, Las Masitas, Arenas Blancas, Costa del Gualeguay, Colonias Italianas, Talitas, Estaciones de Tren, Rincón del Gato Norte y Rincón del Gato Sur, más un circuito adicional transversal a todos los anteriores denominado Escuelas Rurales.
Dentro de la ciudad se plantea la visita a 7 circuitos reales y/o hipotéticos: Histórico, de Monumentos y Esculturas, Religioso, de Murales (incluyendo un inventario de todas las calles y barrios de la ciudad que llevan nombres alusivos a su historia), Educativo, Deportivo y otro abarcativo de emprendimientos industriales, ecológicos, etcétera. Además de todo lo que la propia ciudad luce y ofrece, se incluyen descripciones más detalladas de algunos de los otros atractivos existentes: las fábricas de quesos y dulce de leche (incluida la ganadora al mejor repostero del país), la bodega, la planta procesadora más grande de Argentina de nueces pecán, los orígenes urdinarraenses del filósofo Santiago Kovadloff y de su tío (encumbrado líder latinoamericano de organizaciones judías), las emblemáticas estancias La Estrella (precedida por una casi centenaria arboleda de más de 2 kilómetros de extensión) y El Sauce (con sus imponentes esculturas), las playas del río Gualeguay, las inmigraciones de alemanes del Volga, italianos y gauchos judíos, el consorcio caminero Gilbert-Gualeguaychú, el haras de caballos cuarto de milla y las cabañas ganaderas, las cuencas de arroyos como el San Antonio, Los Rayos, Genacito, El Gato, Los Bayos y otros, la reserva natural de 150 hectáreas cercana a Urdinarrain, la capilla de Santa Clara construida antes del tendido de las vías del ferrocarril, las 33 escuelas rurales de este pedacito de territorio… y mucho más.
Un libro imperdible para cicloturistas, tal como imperdible resultan los pagos recorridos por el autor.
Más info: ciclismorena@gmail.com
Curiosidades
Video: cómo construir la bicicleta funcional más pequeña del mundo
Un inventor conocido como “The Q” ha construido la bicicleta totalmente funcional más pequeña del mundo. Para lograrlo, su creador lo ha hecho todo desde cero, cada parte, cada detalle, sin copiar ningún otro modelo en esa escala sino inspirándose en bicicletas de tamaños “normales”, al punto que su cuadro de acero le ha demandado una cantidad de soldaduras para asegurarle estabilidad. The Q asegura que la bici soporta a una persona de hasta 100 kilos de peso. Las ruedas son de roller, la cadena es una obra fantástica y los pedales… Pero mirá cómo la hizo en el video. Y si te queda tiempo, metete en sus redes para observar otros de sus inventos, varios de ellos ligados a la bici.
https://www.youtube.com/@TheQ_original
Accesorios
MyHelmet: cómo y con qué materiales se construye un casco seguro y 100% biodegradable
Partiendo de que la bicicleta intenta ser una alternativa sostenible frente a los automóviles, debemos aceptar la realidad de que no es muy sostenible la producción de las mismas, así como la de los múltiples accesorios que utilizamos los ciclistas. En este sentido, la gente del estudio de diseño holandés Studio MOM se hizo una inteligente y sencilla pregunta: “Por razones de seguridad, los cascos de bicicleta deben reemplazarse cada tres años. Esto crea un cúmulo de residuos de una mezcla de espuma y plástico con pegamentos que es muy difícil de reciclar. ¿Sería posible desarrollar un casco que sea menos dañino para nuestro planeta?”
Un casco de bicicleta debe proteger apropiadamente nuestra cabeza, ser liviano, ventilado y calzar con comodidad. Con esos requerimientos como guía los de StudioMOM se asociaron con el Politécnico de Milán para experimentar con la biofabricación a base de copos de micelio y cáñamo. El micelio es la red de raíces de un hongo que se alimenta de las escamas y que tiene la apariencia de hilos. Calentar brevemente esta mezcla detiene el proceso de crecimiento, dando como resultado un material con propiedades similares al EPS, la dañina espuma de poliestireno de los cascos de bicicleta convencionales.
• Primero hicieron muestras de materiales en diferentes composiciones hasta dar con el compuesto perfecto.
• En el diseño del casco de bicicleta, hicieron uso de la estructura del micelio. Las diferentes capas en el diseño no solo crean conexiones cruzadas adicionales en el material, sino que también crean espacio para el flujo de aire necesario para enfriar la cabeza.
• Para la correa y la cubierta exterior de MyHelmet, usaron tela de cáñamo, un material biodegradable al que se adhiere el micelio. La estructura tejida del textil también le da al casco una resistencia extra.
• Dejaron que las diferentes partes crecieran juntas con firmeza. La correa se fija durante el proceso de crecimiento y se conecta a las otras partes en la posición correcta.
• El proceso de producción con micelio es muy diferente al de EPS. Por lo tanto, combinaron de manera innovadora técnicas existentes para producir el casco.
• La prueba de concepto funcionó hasta el punto de que llegar a un punto de partida para el desarrollo final del casco.
La consigna de StudioMOM: cambiar. Hacer algo seguro para la cabeza, bueno para el medio ambiente. Convertir un casco de bicicleta “normal” en el punto de partida de una nueva idea para la fabricación de componentes y accesorios. Al desarrollar un nuevo proceso, los de StudioMOM han dado un paso considerable hacia el uso de la biofabricación de micelio a escala industrial. Con MyHelmet, la industria de la bicicleta ahora tiene un medio para detener un flujo interminable de desechos de plástico y EPS dañinos y sistemáticos. La tecnología a base de micelio encaja en la nueva realidad circular que perseguimos: las emisiones de CO2 son mínimas, no requiere materias primas fósiles y el resultado final es 100% biodegradable.
Roguemos porque estas solucionen avancen y proliferen.
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