Born In Garage: 10 años después

Durante el pasado mes de septiembre, Born In Garage, el taller/laboratorio creado y gestionado por Santiago Oliver, cumplió 10 años de vida. La que sigue es una crónica de como llegó nuestro héroe a su actual profesión y con qué ideas creó y gestiona su emprendimiento.

Un ingrediente de aquí, uno de allá, un toque de esto que le gustó, mucho de esto que el mismo descubrió y aprendió. La cocina de Oliver ha saciado la sed de muchos amantes de la bici, marcando la diferencia en el resultado final gracias a la búsqueda de la excelencia en el resultado de su quehacer mecánico. “Podrán decir muchas cosas de mi persona pero no de mis trabajos. Me gusta dedicarle a las cosas el tiempo que se merecen para que salgan impecables del taller”, asegura Santiago, a modo de declaración de principios.


La vida como escuela

Cada hito en la vida de Santiago marcó un rumbo en su vida, trazando un trayecto perfecto y genuino y dando como resultado un emprendimiento que es parte de él y que por ello va mutando como muta su propia vida. Siento que a la frase “Evoluciona el que se adapta”, Oliver le agregaría “a sus propios deseos”.
El primer hito de Santiago fue la mecánica y los oficios de artesanía, pero no la mecánica de bicicletas, sino la de motos y de autos, el trabajo de un tornero y de un joyero, entre otros más. Su padre estaba rodeado de amigos mecánicos que formaron una gran familia para Santiago. Estos “tíos” fueron regando la semilla que en Santiago se sembró casi desde que vino al mundo.
El segundo hito de la vida de Santiago fue la bicicleta, algo normal para muchos de la misma generación y predecesoras durante la infancia. La bici era nuestra puerta de entrada a la libertad, a la osadía, a la diversión. Solo que como con tantos otros hitos de nuestra infancia, muchas veces el hito-bici queda guardado en un cajón.
“Un amigo de mi papá, Dani de Filippo, junto a su socio, que era joyero y herrero, tomaron la iniciativa de fabricar una bici de BMX en cromomolibdeno basada en medidas tomadas de una bici ya existente”, nos cuenta Santiago, que, en esa volteada, a sus 8 años, tuvo su cuarta bici de lo que después fue la marca Capra, precursora de la fabricación de cuadros, stems, manubrios y otros componentes de la escena del BMX local de la época. “Mi papá fue a la bicicletería del barrio, Rodados Díaz, y me compró un grupo Campagnolo de pista para rodado 24 que lo adaptaron para BMX. Esto es una muestra de lo que había en esa época, una mezcla entre artesanal y adaptado, lo cual en parte sembró mi entusiasmo por la mecánica”, continúa emocionado.

El aprendiz de brujo
El tercer hito en la vida de Santiago tuvo que ver con el club, algo también importante para muchas generaciones de las nuestras. Ahí y en la calle nos criábamos, esas eran nuestras verdaderas escuelas. Pero bien, “el club” de Santi, como el de muchos otros, no fue exactamente un club como institución, fue la bicicletería Nodari de Parque Centenario (CABA). Con Santi ya cumplidos sus 10 años, su madre se mudó al barrio de Caballito y ese mismo día el inquieto infante conoció a Claudio Nodari, el dueño de la tienda, con el que enseguida forjarían una gran relación: “Con el compresor en una mano y un puñado de gomines en la otra, los fines de semana lo asistía en la puerta de la bicicletería inflando ruedas. Así empecé, llevándome propinas por inflar. Muchas veces me rateaba de la escuela y me iba a la bicicletería, pero no por mega fan de la bici, sino porque ese era mi club, mi lugar de pertenencia. Me dejaban barrer y ordenar las partes de las bicis que iban a parar a los tachos de basura, en los que muchas veces encontraba piezas que unía con otras para poder volver a darles vida y usarlas en mis bicicletas.” Así es como Oliver aprendió mucho sobre mazas de cambios internos, las cuales se daban por rotas. Él las desarmaba y así entendía su lógica y sus secretos, aprendiendo de este modo a repararlas.

La bici hito
Pero volviendo al segundo hito, el de la icónica bicicleta de nuestra infancia, luego de la BMX Oliver tuvo una mountain bike, también armada con un cuadro Capra: “Me enganché en la movida de las carreras, pero por mi edad ya estaba para correr en elite y mi constancia en los entrenamientos era muy fluctuante. Me di cuenta que estaba lejos de poder dedicarme a ser deportista y así entendí que mi destino era ser mecánico, porque además me gustaba divertirme y salir de noche, algo no muy compatible con la vida del deportista.”
Las bicis de Santiago siempre fueron inusuales, verdaderas bicis custom, hechas a su gusto y medida, ya que él mismo se las armaba, usando partes en desuso del taller de Nodari.
Así es como se teje el curioso entramado de la vida. Tres hitos de la vida de Santiago se habían fusionado para derivar en la mecánica de la bicicleta.
Pero acá no quedaría todo, porque obviamente la vida de este personaje siguió su rumbo, marcado también por la tan sobresaltada etapa de la adolescencia, en la que Santiago fue y vino de la bicicletería, trabajando un tiempo en una gran empresa, entre otras cosas.

El oficio mecánico
Oliver se formó en el taller junto a Claudio Nodari, un gran mecánico de Buenos Aires, donde sumó años de experiencia: “En 2002, post crisis, con Nodari encaramos un emprendimiento en el Ferrocarril Urquiza en el que conseguimos la concesión de las guarderías del tren. Además, formamos parte de la organización de los vagones que funcionaban como furgón y diseñamos los ganchos en los que colgaban las bicis, entre otras cosas. Esto me dio mucha escuela, me hice cargo de un proyecto que duró unos 4 o 5 años y que estaba abierto los 365 días del año. Dentro de la guardería, ubicada en la Estación de Martín Coronado, teníamos un taller de reparaciones que funcionaba a toda máquina, con unos cinco empleados.” Pero todo tiene un ciclo y Santiago ya había cumplido el suyo en la guardería, así que decidió volver a la bicicletería en Parque Centenario como encargado y luego abandonar por completo el mundo de las bicicleterías, un poco hastiado de algunas formas de trabajo y de la relación con los clientes que se suelen manejar en ellas.


El tattoo como escuela

Acá es cuando llega otro hito formador del proyecto de este mecánico, su paso por dos estudios de tatuajes. Santiago se enamoró del trato al cliente, del trabajo de personalización que tienen los tatuajes, de cómo se asesora al cliente para que se tatúe algo especial, que sea personal y de alguna manera único para él. Esto es algo que Oliver tomó como la cuarta pata de su proyecto, creando un trato personalizado, sumado a su amor por las bicis únicas hechas para un cliente único, como las bicis que él siempre supo tener y que robaban la mirada de tantos por salirse de la norma.
Por eso nació Born In Garage, creando este tipo de trabajos, bicicletas especiales, distintas y sobre todo bicicletas restauradas, en las que Oliver hacía un gran trabajo por volver a la vida bicis en desuso, dejándolas tal cual habían sido, como si el tiempo no hubiese pasado para ellas. Esto es algo que hoy muchos mecánicos hacen o intentan hacer, pero que en ese momento nadie hacía y que le daba un sello distintivo a su trabajo.

El nacimiento de BIG
Luego de todos los trabajos por lo que Santiago había pasado hubo un quiebre en su vida, largó todo y se fue un tiempo de viaje a Misiones: “En un momento me sentí desilusionado con todos los jefes que tuve, porque uno como apasionado pone mucho más de lo que le pagan por ese trabajo. Ahí me di cuenta que mi camino tenía que seguir solo, abrir mi propio taller y trabajar con la dedicación que a mí me gusta ponerle a lo que hago.”
Así empezó a funcionar Born In Garage (BIG). A Santiago le dejaron usar un espacio “medio ocupa” en un PH, aunque consentido por los vecinos. La regla era que se podía usar siempre que se cuidara y que cuando volvieran sus dueños el lugar se desalojaría.
Como el espacio no era un local sino un PH al fondo sin timbre, el emprendimiento nació con la condición necesaria de que el que fuera a llevar su bici tenía que hacerlo con cita previa. “Yo sabía que me gustaban las bicis de época, que sabía mecánica ‘antigua’, que me gustaba armar bicicletas personalizadas. La mística de atender a puertas cerradas a mis clientes fue una casualidad, no fue algo buscado, pero sin embargo es algo que mantuve cuando me mudé a un local alquilado. Esto es algo que me encanta, porque yo sé que puedo dedicarme con plenitud a mi laburo y que a una hora establecida llega el cliente, por lo cual 15 minutos antes voy bajando la intensidad del trabajo, me lavo las manos y preparo unos mates.”
Dos años después de aquel nacimiento, BIG ya estaba en condiciones de bancar un alquiler, así que Santiago salió a buscar un espacio y apareció el actual local.
Es llamativo que pese a su background y conocimientos del funcionamiento de una bicicletería, Oliver nunca quizo ponerse una propia, nunca le gustó como funcionaban ahí las relaciones entre el cliente y el bicicletero ni como se trabaja en los talleres, en donde muchas veces hay que hacer las cosas rápido porque se acumula el trabajo y los tiempos de entrega hay que respetarlos: “Como mecánico me gusta revisar exhaustiva y minuciosamente las bicis de mis clientes, dejándolas a nuevo, dedicándole al trabajo el tiempo y la energía que se merece para que salgan impecables.” Para eso, Santiago también se toma el trabajo de enseñar a sus clientes cómo tienen que usar, cuidar y mantener su bicicleta.
Oliver construyó su taller ideal y soñado, en el cual sea cual sea la bici que entre existen los elementos necesarios para repararla, desde las herramientas de la vieja escuela hasta los últimos de la nueva, algo para nada menor y que fue logrando durante años de experiencia y trabajo.
Santiago trabaja con sus tiempos, con cita previa y buscando siempre la excelencia en su trabajo:
“Si a mí me pagan es por que soy un profesional y como tal tengo que obrar bien. No me puedo dar el lujo de hacer un trabajo mal.” Santiago siempre quiso ser un referente técnico de primera lìnea y hoy lo está logrando: “Yo quería que me mirasen las marcas, que vieran lo que sabía, poder trabajar con ellas. Algo que afortunadamente pude lograr con el tiempo.”


Cambia todo cambia

BIG se especializó en un inicio en las restauraciones y los trabajos personalizados, algo que ningún otro taller hacía en su momento. Luego empezaron a surgir muchos mecánicos haciendo ese tipo de trabajo. Pero como dije al comienzo, BIG mutó y cambió como su mismo creador lo fue haciendo. Hoy Santiago hace otro tipo de trabajos, mucho más en relación a la mecánica especializada y de bicis de gama media y alta, ideal para ciclistas que aman sus bicis como si fueran sus hijos y no confían su tesoro a cualquier taller. Eso sí, siempre con su impronta personal, con la atención personalizada que lo caracteriza y la excelencia en su trabajo por sobre todas las cosas. “Mi premisa es seguir divirtiéndome y hoy me divierten las nuevas tecnologías. Quiero seguir volcándome al tema de las suspensiones, los cambios electrónicos, los frenos hidráulicos y todo lo que tenga que ver con las últimas tecnologías”, confiesa entusiasmado.


Texto: Isabel García | Fotos: Ariel Sabatella



10 AÑOS DE CAMBIOS

El tiempo vuela y la tecnología ni te cuento

En nuestra larga charla con Oliver surgió una lista de los cambios e innovaciones que se produjeron en las bicicletas en los 10 años de la existencia de Born In Garage. He aquí algunos de los “títulos” de esas novedades, como para tomar consciencia de la velocidad con la que todo cambia, incluso en un vehículo tan simple como la bicicleta.
– Hoy casi todas las bicis tienen frenos a disco, incluyendo las de ruta y hasta algunas de confort.
– Crecimiento del ciclismo urbano. Se empezaron a diseñar especialmente bicicletas urbanas, en las que no había inversión ni desarrollo. Hoy, además, se les incorporan motores eléctricos.
– Si bien sus rudimentos ya existían, nació como categorís la bicicleta gravel.
– Los materiales. El carbono se usa para muchísimos componentes, antes solo para cuadros. El aluminio creció mucho gracias a las hidroformas. Hubo un aprendizaje sobre cómo usar mejor los materiales y para qué destino.
– Las geometrías se fueron modificando más respecto del tipo de especialidad.
– Cubiertas para uso urbano muy evolucionadas, como un elemento de seguridad.
– El fitting y el posicionamiento digital del ciclista arriba de la bici.
– Hoy día hay muchos ensayos de productos antes de que las bicis y los componentes salgan a la venta. Antes, después de que sacaban un producto se veían los resultados. Ahora se hacen muchos ensayos y pruebas antes de sacarlos al mercado.
– Las luces USB para no usar tantas pilas.
– Los cascos, además de cumplir su función con nuevas tecnologías, ahora también tiene que ser lindos. La ropa también evolucionó y se hizo cada vez más estética también.
– El diseño de los asientos, antiprostáticos, para mujer. En general, muchos componentes más ergonómicos.
– Las bicis pasaron de tener 30 velocidades a tener 12, ya que en realidad no eran efectivas aquellas 30. En ese sentido se simplificaron las transmisiones.
– Cambiaron los volúmenes en las cubiertas, lo que amplió los rodados. El sistema tubeless se está universalizando.
– Los ejes pasantes aportaron un nivel de rigidez desconocido hasta entonces.
– Dejaron de existir las bicis simples, cada vez son más complejas. Esto es algo que pasa con todo, hasta con los celulares. Las bicis se han vuelto muy tecnológicas por lo que requieren una mano de obra muy experimentada.