El periódico deportivo francés L’Equipe (el más importante en su clase en el mundo) publica en su edición del pasado jueves 2 de abril una doble página dedicada a lo que denominan “dopaje tecnológico”, bajo el espectacular título: “Motores en las bicicletas, ¿una bomba de tiempo?”.

 

 

 

En la nota se hace referencia a que la Comisión Independiente para la Reforma del Ciclismo (CIRC) de la Unión Ciclista Internacional ha encarado diversos esfuerzos para “la trampa tecnológica consistente en utilizar motores en los cuadros” de las bicis de carrera. Todavía no hay pruebas concluyentes, asegura L’Equipe, pero “cinco años después de las dudas acerca de las performances de Fabian Cancellara, los rumores no se han disipado”.
El diario trae a cuento varios episodios sospechosos posteriores a lo de Cancellara, entre ellos el protagonizado por Ryder Hesjedal. Un video documenta cómo luego de una caida del ciclista en la Vuelta de España 2014, la bicicleta sigue moviéndose y sus ruedas girando de una manera totalmente imposible de atribuir a la inercia, como luego argumentaría el propio Hesjedal al ser preguntado sobre el incidente.

 

 

 

También hace referencia el artículo a alertas al respecto plantadas en su momento por el ex ciclista inglés Chris Boardman, quien mencionaba un nuevo material utilizado en la Formula Uno, capaz de producir una gran cantidad de energía a partir de una simple pila de 6 voltios. “Después de mi demostración -dice Boardman- se produjo entre los que me estaban escuchando un largo, muy largo silencio…”
Y también recuerda la visita de un viejo consejero de UCI, el belga Jean Wauthier, en el 2003 a la planta de Shimano en Japón. De ella recuerda Wauthier que “un ingeniero me hizo probar una bicicleta a motor y me dijo en tono de broma que en dos años sería posible miniaturizar estas cosas”.
Para documentar la información, L’Equipe habó con un ingeniero húngaro, Istvan Varjas, que se dedica a la fabricación de una docena al año de estos mini motores para bicis. Según el húngaro, los motores se usan desde 1998 y han evolucionado de tal manera que en la actualidad es prácticamente imposible detectarlos. “Son totalmente silenciosos e ilocalizables para los mecánicos. Los hay de distintas potencias y con mayor o menor autonomía,” afirma.
L’Equipe especula al respecto que estos motores podrían estar tanto ubicados en los cuadros como en las mazas de las ruedas y que tendrían un tamaño aproximado al de una memoria USB, conectada al pulsómetro de los corredores, de modo de poder entrar en acción como ayuda suplementaria cuando el corazón alcanza el umbral máximo de esfuerzo. Estos mini motores podrían aportar los 10 o 20 watts que le permiten a un profesional establecer la diferencia.
El húngaro Varjas le contó a L’Equipe que nunca ha vendido sus productos a nadie del pelotón, pero que lo ha vendido a personas desconocidas en precios que van de los 100.000 a 120.000 euros, según el prototipo. “A los aficionados les costó una década aceptar que el pelotón utilizaba EPO. Es lo mismo para estos motores, que se emplean desde hace 17 años,” concluyó.
Según L’Equipe, para Brian Cookson, presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), se trata de “un problema muy serio”. L’Équipe sospecha por los numerosos cambios de bicicleta durante las carreras y señala a Cancellara, Contador o Hesjedal. De Cancellara extrañan dos aceleraciones “artificiales” de 2010 en Flandes y Roubaix. Sobre Contador dice que los controles de bicis le ponen nervioso y que usó sus propias ruedas en las cronos del Tour de 2009. Y de Hesjedal recuerda el extraño movimiento de su rueda cuando se cayó en la séptima etapa de la Vuelta de 2014.
Continuará…