Ciclismo urbano
¿Querés saber por qué nos roban las bicicletas?
Cuando estoy en bici y me encuentro con alguien en la calle, escucho con demasiada frecuencia una frase agorera para cualquiera de nosotros: “¿No tenés miedo que te la roben?”. Frente a eso solo levanto mis cejas y elevo un poquito mis hombros como diciendo: “¿Y qué voy a hacer, voy a dejar de pedalear?”
Luego, ya pedaleando, liberado del bienintencionado agorero, me vienen a la cabeza como en pantallazos cosas que me han sucedido al respecto a lo largo de mi extensa experiencia de vida con la bici. Aquella noche en que entraron al fondo de casa por un pasillo mal protegido y nos robaron cinco bicicletas, la de mis hijos y la mía (¡Uf, solo escribir ese recuerdo duele!) O esa mañana en que uno de mis hijos volvió del colegio con un golpe brutal en la frente, fruto de un salvaje palazo que un hdrmp le habían dado saliendo de atrás de un auto estacionado, para arrancarle la bicicleta. O un tristísimo día en que ese mismo hijo de solo 12 años, poco después de este episodio, que había sido su segundo robo en la calle, me dijera: “Papá, no ando más en bici. Te lo digo porque veo que andás averiguando para comprar otra”. O aquella mañana en que me robaron de la baulera de un edificio en que vivía una de mis bicis más queridas, una urbana de Specialized modelo Globe, casi única en el país, y una MTB Merida que hacía apenas un par de semanas me había obsequiado el representante de la marca en Argentina.
Sin embargo, como fruto de esos oscuros recuerdos, siempre me viene a la cabeza que pese a todo, tanto yo como ese hijo que a los 12 decidió dejar la bici, seguimos pedaleando.
Claro, hoy yo salgo a la calle con mi e-bike munido de un candado especial que pesa más de 5 kilos, le saco la batería cuando la dejo en una playa de estacionamiento, pago un seguro que lo puse en débito para no tomar conciencia mes a mes de lo que cuesta… y pese a ello, cada vez que salgo a la calle reviso si llevo todo lo necesario por si tengo que volverme a casa en transporte público, pienso dónde poner el teléfono para que no me roben la bici y el teléfono en un único movimiento y hasta hago el duelo anticipado por los accesorios y mini herramientas que llevo en la bici misma. ¡Pero de la bici no me van a bajar!
El asunto es que repasando estas miserias recordé una carta que había llegado a la redacción (¡Sí, una carta, con estampilla y todo, no un email!) y que habíamos publicado hace casi 23 años, en la edición impresa de Biciclub del mes de julio de 2001, en la que Lidia Ester Veiga, una lectora de San Justo, nos contaba una historia y nos explicaba con escalofriante claridad por qué nos roban las bicicletas.
“Esta mañana no puse, como siempre, el despertador a las 6. Motivo: mis compañeros desertaron. Rafael se quedó a ver la carrera de Fórmula Uno. Mario tenía algunos problemas familiares. Ernesto estaba medio dudoso, etcétera, etcétera. Consecuencia, debía ir sola y encontrarme en Castelar (Colectora de Gaona y Santa Rosa) con Pedro y Nelly.
La perspectiva de hacer los kilómetros que median entre San Justo —donde vivo— y Castelar no me seducían. El sábado anterior había amanecido con la noticia de la muerte de Ivana, que había sido asaltada en la estación de Merlo, y a la vez a varios ciclistas de la zona Oeste les habían robado sus bicis en los últimos días. El recuerdo de aquel 4 de noviembre del año pasado en el que fuimos asaltados al llegar a Tigre, sobre la Avenida Cazón, a las 11 de la mañana, con mucha gente circulando por allí, un colectivo con pasajeros parado a pocos metros…, y esos dos NN armados que tiraron a Dina sobre el refugio de peatones, provocándole la fisura de varias costillas y el hombro, los golpes que recibí en la cabeza con la culata del revólver (me protegió el casco) y la posterior huida ante nuestra loca resistencia a entregar nuestras bicis. Éramos cinco y reaccionamos sin pensar en las consecuencias. Podría haber pasado cualquier cosa, pero en ese momento es difícil razonar con cordura.
El miedo pudo más y decidí no salir. Igual me desperté temprano, abrí la ventana, miré la calle con nostalgia, cerré los ojos y sentí el viento fresco de la mañana en mi cara, el olor del pasto aun mojado por el rocío, el calorcito del sol sobre mi espalda, el placer del ejercicio, la alegría del encuentro con mis amigos, el mate o el café, la charla en Moreno… Todo eso me estaba perdiendo por miedo…, sentimiento feo y triste.
Entonces me dije: ¡Terminemos con la hipocresía, el robo existe porque alguien compra lo robado, alguien lucra, alguien hace un buen negocio comprando algo por debajo de su valor! A ninguna mediana inteligencia se le puede escapar que el origen de ese negocio es un ilícito que se asienta sobre el despojo sufrido por un semejante, y en este caso el semejante es otro ciclista que vive y siente lo mismo que nosotros. Dejemos de declamar sobre cómo construir un país mejor y comencemos a dar muestras de honestidad, porque es tan ladrón el que roba como el que se beneficia con lo robado.
Propongo que nos embarquemos en una gran campaña en la que nos sinceremos y compremos donde corresponde y paguemos el precio justo, ya que esa conducta es la que a la larga terminará por desterrar los robos.
Finalmente pido a la revista (nuestra revista) que no reduzca el contenido de esta carta, ya que fue escrita con el corazón y por el gran amor que siento por mi Azuleja.”
Pese al clamor de Lidia y de muchos otros las cosas no parecen haber mejorado en estos veintipico de años. No parece que los ciclistas hayamos hecho mucho al respecto ni contribuido con nuestro granito de arena. Más bien lo contrario, ya que ha proliferado vía redes la venta de lo robado y también talleres de dudosa reputación. Por eso es que todavía hoy hay que repetir una y mil veces los consejos de Lidia.
No te tientes con precios absurdos. No compres repuestos usados a desconocidos. Adquirí tus bicis, tus repuestos y tus accesorios en bicicleterías con trayectoria. No le des de comer al que mañana te puede robar la bici y hasta matarte a vos o a tu hijo o a tu mamá o a tu hermanito…
Por Mario García
ABC
Clases para aprender a andar en bici en Buenos Aires
Laureano Núñez es ciclista, organiza salidas en bici para principiantes y da clases para todos aquellos –adultos y niños a partir de los 12 años– que aun no saben pedalear y quieren aprender. Las clases son 100% personalizadas.
Debido a la situación actual, disponen de comunicación electrónica para un distanciamiento social efectivo.
Las clases se realizan en Puerto Madero, una vez por semana, acordando los horarios según los requerimientos de los alumnos, y duran una hora.
La idea es tener nociones básicas de cómo pedalear en la ciudad, aprender la técnica, perder el miedo y practicar. También se enseñan nociones básicas de mecánica (como arreglar una pinchadura y cambiar una cámara) y teoría básica sobre seguridad vial para movernos de forma segura.
Las clases finalizan cuando el alumno siente que alcanzó su meta y siente que puede seguir por si solo.
Más info sobre las clases: 112823-1343
Ciclismo urbano
19 de abril: día de la bicicleta
Bici + LSD: un gran paseo
Desde 1984, mucha gente festeja cada 19 de abril como el día de la bicicleta, pero la mayoría absoluta desconoce cuál es el origen del festejo. El hecho es que en aquel año, 1984, alguien observó que el 19 de abril se cumplía un aniversario del día en que Albert Hofmann tomara accidentalmente LSD por primera vez.
Les contamos la historia.
Albert Hofmann (1906/2008) fue un afamado químico suizo que entre sus principales logros está el de haber descripto la estructura de la quitina, aunque es más conocido por ser el primero en haber sintetizado, ingerido y por lo tanto experimentado los efectos psicotrópicos del LSD, mientras estudiaba los alcaloides producidos por un hongo parásito del centeno llamado cornezuelo.
La sustancia que Hofmann describiría como “una de las dos o tres cosas más importantes que he hecho en mi vida”, fue sintetizada por él por primera vez en 1938, mientras estudiaba los derivados del ácido lisérgico. La dejó de lado, pero en 1943 volvió a interesarse en ella. Hofmann confiesa que tuvo “la sensación de que esta sustancia podría poseer otras propiedades además de las establecidas en las primeras investigaciones”. Ello lo condujo a sintetizar de nuevo LSD-25, para que el departamento farmacológico del laboratorio Sandoz (hoy Novartis) donde trabajaba llevara a cabo algunas pruebas.
El asunto es que mientras purificaba y cristalizaba LSD le irrumpieron una serie de extrañas sensaciones. Había absorbido accidentalmente una pequeña cantidad del producto a través de la punta de sus dedos. En un informe que le enviara a un colega poco después describiría las sensaciones que lo asaltaron: “Me vi forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y a dirigirme a casa, encontrándome afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me tumbé y me hundí en una condición de intoxicación no desagradable, caracterizada por una imaginación extremadamente estimulada. En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después.”
Inmediatamente dedujo que había ingerido LSD accidentalmente y que esta sustancia era la que le había provocado aquellas sensaciones, de modo que, como buen científico, decidió llegar al fondo del asunto y experimentar el tema en sí mismo.
Fue así que el 19 de abril de 1943 Hofmann ingirió intencionalmente lo que consideró por entonces una dosis mínimamente efectiva de LSD, 250 microgramos, dando pie a lo que ya es leyenda, quizás el más famoso de los paseos en bicicleta. Nos lo cuenta el propio Hofmann: “A esta altura ya estaba claro que el LSD era el que había causado la experiencia previa, ya que las percepciones alteradas eran del mismo tipo, sólo que ahora mucho más intensas. Tenía que esforzarme por hablar de manera inteligible. Le pedí a mi asistente, que estaba informado del experimento, que me acompañara a casa. Fuimos en bicicletas, ya que por las restricciones de la guerra no había automóviles disponibles. Camino a casa, mi estado comenzó a tomar formas amenazadoras. Todo en mi campo de visión ondulaba y se distorsionaba, tal como se ve en un espejo curvo. También tenía la sensación de no poder moverme, pese a lo cual mi asistente me contaría luego que habíamos viajado muy rápidamente.”
Hofmann, que no podía concebir el uso del LSD más allá de la medicina, sufrió años más tarde la prohibición del LSD por parte de los gobiernos, preocupados por los efectos que producía en ese momento la contracultura hippie, que había “secuestrado” a la sustancia. El estaba convencido del potencial curativo de la droga: “Si fuera posible detener su uso inapropiado, su mal uso, entonces pienso que sería posible dispensarla para su uso médico. Pero mientras siga siendo mal utilizada y mientras la gente siga sin entender realmente los psicodélicos, utilizándolos como drogas placenteras, errando a la hora de apreciar las muy profundas experiencias psíquicas que pueden inducir, su uso médico seguirá parado. Su consumo en las calles ha sido un problema durante más de treinta años. En las calles las drogas se entienden mal y ocurren accidentes. Esto hace muy difícil que las autoridades sanitarias cambien su política y permitan el uso médico. Y aunque podría ser posible convencer a las autoridades sanitarias de que los psicodélicos podrían ser utilizados con seguridad en manos responsables, su uso callejero sigue haciendo muy difícil que estas autoridades sanitarias estén de acuerdo.”
Hofmann murió el 11 de enero del 2008, a los 102 años de edad. Protagonizó en vida el más extraño viaje en bicicleta, drogándose sin intención ni de ganar una carrera ni de sentir placer sino con el único propósito de investigar curaciones para las enfermedades del hombre. Sólo por ello merece que prendamos una vela en su honor… y que demos un paseo en bicicleta en su homenaje.
Ciclismo urbano
Seguros Rivadavia: Bici Pro, la cobertura especial para ciclistas que compiten
Seguros Rivadavia desarrolló un seguro que otorga la máxima seguridad a los que andamos en bicicleta: protege al asegurado y a su bicicleta ante fenómenos tales como el robo, los accidentes personales y la responsabilidad civil, pudiendo incluir el robo de efectos personales, equipos electrónicos o daños.
Seguros Rivadavia ofrece tres alternativas, de acuerdo a las características de la bicicleta y el uso dado a la misma: Bici Total, Bici Max y Bici Pro. En esta nota te contamos sobre el plan Bici Pro, un producto especialmente diseñado para ciclistas que participan en competencias amateurs, con mayor flexibilidad en las sumas asegurables y coberturas a medida.
Coberturas
-Robo Total.
-Robo de Efectos Personales.
-Robo de Equipos Electrónicos Portátiles.
-Daños a la Bicicleta.
-Muerte Accidental.
-Invalidez Total y Parcial Permanente por Accidente.
-Gastos de Asistencia Médico-Farmacéutica por Accidente.
-Cobertura de Responsabilidad Civil del Ciclista.
Coberturas adicionales para todos los planes
Con el fin de brindar un servicio de excelencia, para este seguro se ofrecen, sin cargo, los siguientes servicios ante una urgencia:
-Traslado por avería de la bicicleta.
-Asistencia por rotura de neumático.
-Reintegro de medicamentos como consecuencia de intento de robo.
-Envío de taxi o remís para traslado a domicilio a causa de robo.
-Envío de ambulancia hasta el centro médico más cercano en caso de accidente.
-Cambio de cerraduras por robo.
-Envío de taxi o remís hasta la dependencia policial más cercana en caso de robo.
-Reembolso de gastos de DNI por robo.
-Asesoramiento legal ante el robo o accidente sufrido.
-Conexión con centros de reparación de bicicletas.
Visitá el cotizador online de Seguros Rivadavia en http://www.segurosrivadavia.com/personas/bicicletas/cotizacion.php
Para más información: www.segurosrivadavia.com | 0810-999-3200 | info@segurosrivadavia.com
O bien contactarse con cualquiera de los Productores Asesores de Seguros Rivadavia en todo el país.
Ciclismo urbano
Ya está todo listo en Mar del Plata para el 5° Foro Argentino de la Bici, a celebrarse entre el 10 y el 12 de noviembre
El evento ciudadano a favor de la movilidad sostenible más importante del país ya está preparado para recibirte en la ciudad de Mar del Plata entre el 10 y 12 de noviembre próximos. Luego de que en el pasado pre-foro en la Villa Victoria se viviese una jornada de gran entusiasmo y amor por la bicicleta, la ciudad se prepara para la quinta edición de un Foro que reúne a gente del todo el país.
El cronograma aún no está cerrado, pero podemos adelantar algunas actividades que pondrán muy felices a quienes amen a la bicicleta y la movilidad sostenible.
El día viernes 10 de noviembre, las actividades se realizarán en la Plaza Mitre (Colón y Mitre). Allí habrá varias charlas:
-Cómo construir infraestructuras seguras.
-Siniestralidad vial.
-ONGs vinculadas a la bici y el cicloactivismo.
-Una actividad con la ONG marplatense Guías a la par, con prueba de tándems y convocatoria de guías.
-Demostraciones de bicipolo, deporte que está arribando a Mardel.
-Números de monociclos y demostración de Stunt.
-Talleres para infancias, para aprender a andar en bici y cuidados a tener en cuenta.
Y a las 17 hs se saldrá pedaleando en caravana hacia el camping municipal Centro Scout, donde acamparán los cicloviajeros que vayan llegando desde todo el país, y a donde se desarrollarán los siguientes días del Foro.
Esa misma noche se proyectarán cortometrajes y habrá un encuentro en el bar cultural La Periferia, ubicado a unas cuadras del camping.
El día sábado, ya en el camping, la jornada comenzará con una clase de yoga ofrecida por Lulea. Luego se realizará un paseo en bici recorriendo la naturaleza de la zona, para
regresar al medio día y disfrutar de un día pleno de charlas interesantísimas, entre otras:
-Mujeres y disidencias en el mundo de la ciclomecánica.
-Experiencias de viajar en bicicleta.
-Psicología del tránsito.
-Diseño y arte enfocado en la bicicleta.
También habrá talleres de primeros auxilios, emparchado y sobre aprender a andar en bicicleta.
En la jornada del domingo, más distendida, se eligirá la ciudad sede del FAB 2025 y luego de almorzar se partirá en una caravana colectiva hacia el centro, para darle un cierre a puro pedal, a este encuentro que dará que hablar.
Recordamos que todas las actividades son gratuitas y abiertas a toda la comunidad.
Info: Agustín Arevalo (11 58222110) | Luciana Fernandez Ravelo (11 69811446) | Vanesa Camino (2233 482931) | Luz Calabrese ( 2235 794099)
Fotos: Patricio Devoto y Soledad Gonzalez Lagarde @soledadgonzalezlagarde
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