Ciclismo urbano
De las calles de antes a las calles del futuro
Foto: Yaroslav Danylchenko-www.freepik.es
Durante los últimos años se ha instalado en nuestro país una desordenada discusión en torno a la temática rural, en referencia a temas que van desde el avance de la industria agrícola sobre campos antes silvestres en asociación con el monocultivo hasta la cuestión de la creación y el cuidado de parques protegidos. Una discusión medioambiental centrada en el campo. Pero, ¿nuestras ciudades no son acaso parte del medioambiente? O sea: ¿por qué la problemática medioambiental urbana no es tenida en cuenta, cuando en las ciudades vive una porción absolutamente mayoritaria de la población?
Todos los que hemos nacido aproximadamente a mediados del siglo pasado somos testigos de ciudades que, al igual que los ecosistemas naturales, solían ser lugares diversos e inclusivos, en cuyas calles se desarrollaba una cantidad enorme de actividades: trabajo, comercio, juego, socialización y transporte. Hemos jugado en la calle de niños, la hemos usado para las más diversas actividades luego y, sin darnos cuenta y poco a poco, ese espacio vital se nos fue cerrando para ser “escriturado” a nombre del tránsito a motor.
Foto: Foto Archivo CABA
Ese espacio que antes era público y compartido por todos los ciudadanos nos fue quitado para ser adjudicado de manera completamente arbitraria a una parte minúscula de ciudadanos que eligen transportarse en vehículos absolutamente ineficientes. Y la apropiación fue además acompañada por una cultura automovilística cuyos portadores no son solamente los automovilistas sino incluso la ciudadanía en general, que acepta sin más el despojo y teme infringir algún derecho ajeno cuando debe cruzar una calle o soporta los autos estacionados hasta en la veredas (o sea en su carril) o simplemente teme a esas bolas de acero que en cualquier momento pueden desde lesionarlo gravemente hasta quitarle la vida.
Nadie puede negar que este despojo se produjo enarbolando un “razonable” argumento: mover a las personas lo más rápido posible, sin obstáculos por parte de nadie que use el espacio público para otros fines. Este razonamiento tiene sus beneficios, pero tiene un enorme costo.
En cualquier gran ciudad de nuestro país podemos constatar que la suma del espacio público y privado dedicado a estacionar automóviles es enorme y probablemente mayor a la dedicada a la población en general para actividades “no automovilísticas”. Además, la mayoría de este espacio es público y el público, o sea los ciudadanos, no pueden destinarlo a otros propósitos.
Con esto queremos remarcar que el espacio público no solo está ocupado por tránsito automotor circulando sino también por vehículos que no cumplen la función para la cual han sido creados durante absolutamente la mayor parte del día. Digamos que si esto no es equivalente al monocultivo rural del que tanto nos quejamos, ¿qué es?
Nos relegaron a carriles
Esta forma de resolver el tema del tránsito urbano no era la única alternativa, pero fue la que se impuso. Cuando los automóviles comenzaron a inundar el espacio público casi nadie dudaba que debían adaptarse a la situación existente, o sea a la prioridad peatonal. Recuerdo claramente cuando en los años 50 los pibes de la cuadra cerrábamos la calle donde vivíamos (que era una calle muy usada, ya que en uno de sus extremos había un paso a nivel ferroviario y en el otro una avenida troncal) con dos arcos hechos con piedras o ladrillos y nos largábamos a jugar a la pelota… y si aparecía algún auto debía detenerse y esperar a que terminara la jugada para que caballerosamente nos abriéramos y lo dejáramos pasar.
La calle era nuestra. Los autos eran invitados.
Pero el tiempo pasó, los comerciantes como el lechero o el panadero que pasaban en su carro todas las mañanas casa por casa y hasta los mismos kuenteniks judíos en bicicleta que vendían ropa en cuotas a domicilio o los vendedores ambulantes de gansos o pavos fueron desplazados de las calles y obligados a instalarse en locales habilitados y a pagar impuestos… para construir más calles para autos y más espacios de estacionamiento. Y a los peatones nos dedicaron un carril, la vereda, que con el tiempo, como cualquiera puede constatar hoy en su barrio, pasó a estar dedicada en gran parte… al estacionamiento de autos. Y nos dedicaron también parte del subsuelo, metiéndonos en esos infernales túneles subterráneos en los que no podemos molestar a los automóviles.
En síntesis, permitimos que encerraran a los comerciantes entre cuatro paredes, que nos relegaron a la vereda, que nos enterraran en subterráneos y que echaran a los niños de la calle y nos metieran en la cabeza que había que enseñarles desde párvulos que había que tener cuidado al cruzar la calle y temer a los automóviles.
Con los años las calles pasaron de ser una inmensa plaza a ser un páramo destinado solo a la fluidez del paso de ineficientes moles de acero que por lo general transportan a una sola persona con una relación costo/beneficio más que espantosa.
Arrancar de cero
¿Había otra manera? No la hubo, por cierto, pero hoy hay muchas ciudades que han comenzado a reconstruirse, a pensarse desde cero como un espacio ciudadano para todos, no solo para los vehículos a motor.
Barcelona, por ejemplo, con sus súper manzanas, ha democratizado su espacio público con patios y parques urbanos, recuperando sus calles del tránsito. Los automóviles seguirán moviéndose, pero en un espacio cada vez más acotado y no serán ya el eje de la diagramación del espacio público.
Foto: Vlad B en Unsplash
O París, cuyo gobierno municipal lleva adelante un plan de ciudad de 15 minutos que tiene como objetivo crear comunidades autosuficientes donde todo lo que necesita esté a 15 minutos a pie o en bicicleta.
Y ni hablar de ciudades del norte de Europa, en donde esta transformación desde cero lleva ya décadas.
Hasta en Buenos Aires las cosas van cambiando, con sus 300 kilómetros de ciclovías, la ampliación de áreas peatonales y hasta proyectos por ahora aislados como la transformación de varias cuadras de una gran avenida como Honorio Pueyrredón en un parque lineal, un modelo muy criticado por los “conservadores” por su enorme significación cultural y su potencial modélico.
Foto: CABA
Del páramo al paraíso
Pero hay mucho aun por hacer. La gente está tan acostumbrada a dejar paso al automóvil antes de cruzar una calle por una cebra peatonal, aunque tenga el derecho a la prioridad de paso, o a soportar que los autos estacionen en las veredas o en las esquinas o en las rampas para discapacitados, que tal vez sea necesario un cambio aún más radical. ¿Por qué no preguntarse qué pasaría si prohibiéramos los autos por completo o casi por completo en las ciudades? ¿Por qué resulta tan “absurda” esta pregunta y por qué genera reacciones tan violentas cuando alguien la formula, por ejemplo, en las redes? ¿Acaso hay que dar todo por bien hecho, aun lo que está muy mal hecho? ¿Por qué no imitar a Venecia, la ciudad sin autos y quizás por ello mismo una de las más bellas del mundo, que a Los Angeles, ese páramo de cemento y acero?
La pandemia, que hizo que mucha gente se inclinara por medios de movilidad más sustentables, el aumento del costo de los combustibles, el daño que los automóviles producen al medio ambiente, el creciente e imparable aumento del costo del estacionamiento y los seguros, así como de los peajes, todo ese paquete conforma una oportunidad que el planificador con buenas intenciones debe aprovechar para revertir el flagelo del monocultivo automovilista.
Paseando como turista por el mundo he tomado miles de fotos, y cuando vuelvo a mirar las que tomé en ciudades, salvo contadas excepciones, veo en ellas una cosa en común, un bosque de autos que tapan parte de las maravillas que se ven al fondo y que eran el objeto de la foto.
Foto: Bearfotos/www.freepik.es
Imaginate salir a la calle y no ver filas de autos moviéndose y filas de autos estacionados, sino espacios comunitarios, una huerta compartida, un lugar de juegos para niños, árboles, flores y arbustos y, por supuesto, formas de transporte, pero sin que la movilidad sea el eje sobre el cual se diseña el espacio público. Cerrá los ojos e imaginate.
Por Mario García
ABC
Clases para aprender a andar en bici en Buenos Aires

Laureano Núñez es ciclista, organiza salidas en bici para principiantes y da clases para todos aquellos –adultos y niños a partir de los 12 años– que aun no saben pedalear y quieren aprender. Las clases son 100% personalizadas.
Debido a la situación actual, disponen de comunicación electrónica para un distanciamiento social efectivo.
Las clases se realizan en Puerto Madero, una vez por semana, acordando los horarios según los requerimientos de los alumnos, y duran una hora.
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Las clases finalizan cuando el alumno siente que alcanzó su meta y siente que puede seguir por si solo.
Más info sobre las clases: 112823-1343
Ciclismo urbano
Seguros Rivadavia: Bici Pro, la cobertura especial para ciclistas que compiten
Seguros Rivadavia desarrolló un seguro que otorga la máxima seguridad a los que andamos en bicicleta: protege al asegurado y a su bicicleta ante fenómenos tales como el robo, los accidentes personales y la responsabilidad civil, pudiendo incluir el robo de efectos personales, equipos electrónicos o daños.
Seguros Rivadavia ofrece tres alternativas, de acuerdo a las características de la bicicleta y el uso dado a la misma: Bici Total, Bici Max y Bici Pro. En esta nota te contamos sobre el plan Bici Pro, un producto especialmente diseñado para ciclistas que participan en competencias amateurs, con mayor flexibilidad en las sumas asegurables y coberturas a medida.
Coberturas
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Coberturas adicionales para todos los planes
Con el fin de brindar un servicio de excelencia, para este seguro se ofrecen, sin cargo, los siguientes servicios ante una urgencia:
-Traslado por avería de la bicicleta.
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-Envío de taxi o remís para traslado a domicilio a causa de robo.
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Ciclismo urbano
Ya está todo listo en Mar del Plata para el 5° Foro Argentino de la Bici, a celebrarse entre el 10 y el 12 de noviembre
El evento ciudadano a favor de la movilidad sostenible más importante del país ya está preparado para recibirte en la ciudad de Mar del Plata entre el 10 y 12 de noviembre próximos. Luego de que en el pasado pre-foro en la Villa Victoria se viviese una jornada de gran entusiasmo y amor por la bicicleta, la ciudad se prepara para la quinta edición de un Foro que reúne a gente del todo el país.
El cronograma aún no está cerrado, pero podemos adelantar algunas actividades que pondrán muy felices a quienes amen a la bicicleta y la movilidad sostenible.
El día viernes 10 de noviembre, las actividades se realizarán en la Plaza Mitre (Colón y Mitre). Allí habrá varias charlas:
-Cómo construir infraestructuras seguras.
-Siniestralidad vial.
-ONGs vinculadas a la bici y el cicloactivismo.
-Una actividad con la ONG marplatense Guías a la par, con prueba de tándems y convocatoria de guías.
-Demostraciones de bicipolo, deporte que está arribando a Mardel.
-Números de monociclos y demostración de Stunt.
-Talleres para infancias, para aprender a andar en bici y cuidados a tener en cuenta.
Y a las 17 hs se saldrá pedaleando en caravana hacia el camping municipal Centro Scout, donde acamparán los cicloviajeros que vayan llegando desde todo el país, y a donde se desarrollarán los siguientes días del Foro.
Esa misma noche se proyectarán cortometrajes y habrá un encuentro en el bar cultural La Periferia, ubicado a unas cuadras del camping.
El día sábado, ya en el camping, la jornada comenzará con una clase de yoga ofrecida por Lulea. Luego se realizará un paseo en bici recorriendo la naturaleza de la zona, para
regresar al medio día y disfrutar de un día pleno de charlas interesantísimas, entre otras:
-Mujeres y disidencias en el mundo de la ciclomecánica.
-Experiencias de viajar en bicicleta.
-Psicología del tránsito.
-Diseño y arte enfocado en la bicicleta.
También habrá talleres de primeros auxilios, emparchado y sobre aprender a andar en bicicleta.
En la jornada del domingo, más distendida, se eligirá la ciudad sede del FAB 2025 y luego de almorzar se partirá en una caravana colectiva hacia el centro, para darle un cierre a puro pedal, a este encuentro que dará que hablar.
Recordamos que todas las actividades son gratuitas y abiertas a toda la comunidad.
Info: Agustín Arevalo (11 58222110) | Luciana Fernandez Ravelo (11 69811446) | Vanesa Camino (2233 482931) | Luz Calabrese ( 2235 794099)
Fotos: Patricio Devoto y Soledad Gonzalez Lagarde @soledadgonzalezlagarde
Ciclismo urbano
3 ventajas y 3 desventajas del ciclismo urbano
LO POSITIVO
Tiempo al tiempo
Dice una vieja frase que el tiempo es oro, pero en verdad ni todo el oro del mundo puede comprarnos tiempo de vida. Por eso el primer ítem en esta lista corresponde al invaluable beneficio de controlar nuestros horarios. Contrariamente al cliché acerca de los ciclistas urbanos, estos no eligen tanto la bici por ahorrar dinero ni por amor al medio ambiente, pero sí lo hacen por esta ventaja.
La comparación más clara las podemos hacer con el uso del automóvil particular. El viaje de un punto a otro de la ciudad manejando está sujeto a numerosos factores que hacen impredecible el horario de llegada. Embotellamientos, desvíos, cortes y conseguir un lugar de estacionamiento son cuestiones que afectan directamente el tiempo que nos llevará arribar a destino. Para paliar esta situación algunos conductores eligen salir con mucha anticipación, lo que, si bien puede resultar útil, en definitiva no es otra cosa que alargar la duración del viaje.
Respecto del transporte público en nuestro país, la bici todavía sigue siendo mejor ya que colectivos, trenes y subtes no suelen cumplir los horarios establecidos. Esto puede generar largas esperas en las paradas y estaciones, lo que torna muy difícil ser puntuales en nuestros compromisos. Si en cambio comparamos ir en bici o ir caminando, encontramos que ambas opciones comparten la previsibilidad del tiempo y los horarios de llegada. Pero si de tiempo de viaje se trata, trasladarse pedaleando podría llevarnos la tercera o la cuarta parte de hacerlo a pie.
Estar presentes
Moverse en dos ruedas permite estar en una conexión total con la ciudad. Necesitamos que casi todos nuestros sentidos estén en alerta. Esto nos lleva a estar presentes en el aquí y el ahora, algo que desarrolla muy sabiamente Juan Carlos Kreimer en su libro Bici Zen (Grupo Planeta, 2013). El beneficio es llegar a destino sintiéndonos con energía. Esto impacta positivamente en el rendimiento de quien se moviliza a trabajar o estudiar. Además, estar atentos durante todo el viaje hará que cada trayecto sea distinto. Aún si repetimos la misma ruta constantemente siempre habrá algo en el entorno que nos llamará la atención porque vamos en el mejor vehículo descapotable que se puede usar en una ciudad.
Comunidad
Este punto está muy relacionado al anterior. Contrariamente al aislamiento y la competencia que puede generar el uso del auto particular, la bici promueve el encuentro humano. La cercanía física, el poder estar cara a cara con el otro fomenta la rehumanización de la gran ciudad. Cruzar una mirada, hacer un comentario (¡sí, aunque sea sobre el clima!) o ayudar a resolver un pinchazo nos saca del individualismo y hace que las personas pasen de ser cohabitantes de un espacio físico a miembros de una comunidad. Esta diferencia no se da solamente con los autos; curiosamente también ocurre con el transporte público.
Tal vez en el futuro la gente que viaje en colectivo o tren entable relaciones más parecidas a las de los ciclistas. Pero por el momento les sugiero que hagan el siguiente experimento: al detener la bici en un semáforo prueben entablar una conversación con el ciclista que se detuvo a su lado. Ahora intenten hacer lo mismo en un subte con la persona que va parada junto a ustedes. Intuyo que encontrarán una diferencia.
LO NEGATIVO
Vulnerabilidad
En los países de nuestra región los ciclistas todavía somos muy vulnerables frente al transporte motorizado. Aunque la reaparición masiva de la bicicleta en el escenario urbano lleva ya más de un lustro, todavía es vista por mucha gente como algo extraño. Las últimas décadas se encargaron de fijar en el imaginario colectivo que las calles son de los autos. Esta intrusión de la bici genera reiteradas conductas violentas de parte de quienes manejan un vehículo grande y pesado y que muchas veces ponen en serio riesgo la integridad de los ciclistas. Poco a poco pareciera que esto va cambiando, pero hay que admitir que todavía estamos muy lejos de que nuestras calles sean bike friendly.
Clima
Es cierto que no tiene por qué ser un impedimento para agarrar la bici, pero siendo sinceros, hay días en que la temperatura, el viento y la humedad no son para nada favorables al ciclista urbano. Si bien existen varios trucos que ayudan a minimizar los inconvenientes de andar con lluvia, nieve o un solazo que raje la tierra, lo cierto es que los climas extremos no son nada agradables para optar por la bici. Más de una vez vamos a mirar con ojos de perro mojado a aquellos felices automovilistas, atascados pero con el bendito aire acondicionado.
Prejuicios
Fue tan grande el reinado del automóvil durante décadas que se llegó a pensar que quien no poseía uno era un marginal. El progreso era tener un auto propio y andar en bici era para pobres, hippies o veganos. Todavía esta idea persiste, aunque ya agrietada y con vistas a quebrarse del todo en los tiempos que vendrán. Por lo tanto es común recibir ciertos comentarios desagradables y discriminatorios cuando le contamos a gente desconocida que nos movemos en bici. La tendencia va cambiando (hoy hay CEOs de multinacionales que van a trabajar en bici) pero es necesario saber que todavía es muy frecuente enfrentar este tipo de situaciones.
Les propongo que hagamos una acción concreta: enviar esta nota a alguna persona que podríamos entusiasmar para que empiece a trasladarse en bici por la ciudad. Quizás estas palabras honestas acerca del ciclismo urbano puedan hacer florecer más ciclistas por las calles de la ciudad.
*Periodista y guía de ciclismo urbano en eventos turísticos y corporativos:
Twitter: @tincholehmann, tincholehmann.com.ar
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